Renovación de los sindicatos

 

Llevan semanas los titulares de diversos medios que se refieren a la presunta corrupción sindical con motivo de los ERE y cursos de formación. Especialmente en Andalucía y Comunidad de Madrid. El tema se está tratando como una especie de Guadiana, que aparece y desaparece y sin embargo, por el bien de los sindicatos aludidos, es una cuestión que requiere una pronta clarificación, con asunción de las correspondientes responsabilidades y además afrontar una renovación, en la misma medida que la sociedad civil demanda a las instituciones, a los partidos y a las reglas de convivencia.

 Las tensiones en UGT y CCOO, la escasa renovación de sus estructuras, los prolongados mandatos de Méndez y Fernández Toxo, apuntan a que no se debe demorar una renovación sindical, porque el riesgo de pérdida de función, está ya siendo percibido.

Lo que hay que debatir no es la existencia de los sindicatos, o su necesidad para defender los intereses de los trabajadores, sino su encaje en una sociedad moderna y democrática. La primera exigencia pasa por que las organizaciones sindicales hagan un ejercicio sincero de transparencia. Los sindicatos se financian, de forma directa e indirecta, en gran medida con fondos públicos , por lo cual es evidente que la opinión pública tiene derecho a saber cuanto le cuestan las actividades sindicales. Así lo establece, por fin, la recién promulgada Ley de Trasparencia y ocasión habrá para saber su alcance en positivo.

Un líder sindical muy activo en tiempos de Ensidesa, me comentaba, para contrarrestar el cúmulo de acusaciones , el importante papel que jugaron los sindicatos para que la Transición fuese pacífica, así como  su contribución a la democratización. Efectivamente cuando se derrumban los sindicatos verticales, que eran la organización laboral  del franquismo, existía la amenaza real de que  el movimiento obrero, muy fragmentado, se radicalizase, alentado por la tremenda recesión que sufría el país por la crisis del petróleo, y se fuese al traste el consenso que se estaba consiguiendo para llevar adelante la reforma política, la Constitución.

Nicolas Redondo y Marcelino Camacho fueron determinantes para encauzar el movimiento  sindical y no seguir la trayectoria de la izquierda marxista que asigna a los sindicatos la toma del poder, como fin último.

En el haber de los sindicatos , UGT y CCOO, está la firma de  grandes acuerdos con el Gobierno y la patronal. También han convocado cinco huelgas generales, pero puede decirse que han mantenido buenos niveles de paz social ,a pesar de que a veces asumen un papel político  que no les corresponde, al comportarse como apéndices de partidos políticos o como compañeros de viaje de grupos antisistemas.

Parecen poco justificadas las banderas de UGT y CCOO en manifestaciones y algaradas que nada tiene que ver con protección y defensa de derechos laborales, es un desgaste sindical, pero más despropósito es compartir acciones con nacionalismos , cuando en la raiz del sindicalismo está la internacionalización de la clase trabajadora. Cantar la “Internacional” y apoyar a Urkullu y Artur Más, es un tremendo contrasentido.

Los sindicatos, como los partidos y las organizaciones patronales, son cauces de participación, esenciales en un Estado de Derecho. Pero puestos al día, renovados y trasparentes.



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