A Rajoy le sube la tensión

 

Cuentan que en la Moncloa está subiendo la temperatura ambiental, que la gente habla en voz baja y que el semblante de Mariano Rajoy tiene tintes sombríos. En definitiva que el Presidente aparece tenso a pesar de su reciente estancia en Doñana.

Algunos medios han aventurado que la conocida flema de Rajoy puede romperse a muy corto plazo, con un espectacular golpe de timón que incluiría remodelación del Gobierno, bajas fulminantes en los órganos del PP, aceleración del proceso reformista con especial referencia a las autonomías y dura advertencia a Artur Más.

Si tras año y medio de legislatura el éxito más destacable ha sido el haber evitado el rescate por Bruselas y meter en cintura a bancos y cajas, ahora toca intentar mayor aproximación a la ciudadanía y ya que es imposible rebajar, sustancialmente y a corto plazo, la cifra de paro, al menos devolver alguna esperanza y hacer frente a la marginación social, a las violencias antidemocráticas, y los chantajes secesionistas. Sería algo parecido a una rehabilitación del sistema cuando está haciendo aguas en dimensiones nunca imaginadas.

El Gobierno focalizando, hasta ahora, su atención en la recuperación económica, se ha encontrado con que el estado de salud de las instituciones requiere tratamientos de urgencia, por más que se haya dicho lo contrario en la última reunión de la Junta Directiva del PP.

La desazón colectiva se ha extendido a toda la urdimbre, conceptual e instrumental, que hizo posible la transición a una democracia progresiva. Es triste admitirlo, pero aquellos logros que merecieron la admiración internacional son en gran parte renegados por una clase política que carece de sentido de Estado.

La economía tardará más o menos en recomponerse, pero la quiebra del sistema no se arregla con parches coyunturales. Rajoy tiene que asumir la responsabilidad que le otorgó la mayoría de los electores  y afrontar con decisión las reformas que prometió en su programa. Basta de ambigüedades y silencios. Es verdad que el silencio nunca miente, pero es inoperante.

El director de EL Mundo provocaba al Presidente, en un particular escrito, calificándolo de “inadecuado” para hacer frente a la crisis generalizada. A esta apreciación de que le viene gordo el oficio de gobernar, se han sumado de forma soterrada, dicen, miembros del propio equipo de la Moncloa.

Si efectivamente Rajoy está preparando la reconducción gubernamental, ya puede darse prisa por que el andamiaje no aguanta mucho más. Sería una temeridad refugiarse en que falta un año para la primera cita electoral, las europeas en 2014, y continuar con las tácticas de bajo perfil. Hoy España entera está demandando, no solamente reformas económicas sino un fuerte impulso político. Habrá que ver si la hipertensión da resultados.



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