El insulto

En la época de mis abuelos, en los barrios de Oviedo todas las familias tenían un mote o identificativo familiar, como “esta ye hija de Pepin el raposu” o “esti ye fiu del chocolateru” o “esti ye nietu del hojolateru” todas estas descripciones eran naturales y no un insulto, ya que era la mejor forma de identificación de la familia a la que pertenecies.

   Hoy con la evolución de los tiempos y las nuevas familias políticas, esto ya pasa a molestar, llegando a lo más bajo de la convivencia humana, que es el insulto para hacer daño. Tertulianos en radio y televisión dejan constancia todos los días, de que sus diferentes opiniones políticas o apoyos a dirigentes se entienden mejor insultando al otro.

Esta semana salió a la luz el insulto que realizo la periodista Pilar Rahola a la presidenta de la comunidad de Castilla, llamándola “porca”, pero bueno es normal que ese insulto salga de un independentista o que al mismo tiempo ponga la mano en el fuego por los coleguitas de partido, sin saber si las denuncias sobre el caso del presidente Más son reales, para eso está la policía y la justicia, si al final fuera cierto todo lo que se especula, esta persona quedaría en muy mal lugar y se tendría que esconder una temporada grande de los medios de comunicación.

  Por otro lado alguien que tiene el poder en el ministerio de justicia y que deja un ayuntamiento nacional en la ruina total económica, se permite el lujo de poner en evidencia todo nuestro sistema judicial, dando a entender a la población, que al sistema judicial lo único que le importa es la pasta y las vacaciones, bueno será porque el anterior presidente del poder judicial le gustaban los fines de semana en Marbella  pagados por los españoles, dejando constancia del abuso de poder, pero el dinero todavía no lo devolvió.

  Por otro lado a los contribuyentes españoles nos insulta todos los días el propio estado, llamándonos imbéciles por cumplir con nuestras obligaciones, cuando ellos hacen leyes protectoras para los evasores de impuestos, o leyes que benefician a la banca y no al conjunto de la ciudadanía, como la ley del impuesto a la banca con tipo  de interés 0, que podría hacer que las comunidades autónomas no subieran aún más los impuestos a los ciudadanos, pero no , para eso está el estado para protegerlos a ellos y no a nosotros .

  Por otro lado nos insultan llamándonos gilipollas, poniendo en duda todas las instituciones nacionales debido a los casos de corrupción que en estos momentos tenemos en la nación de los dos partidos mayoritarios de nuestra política. Al mismo tiempo nos recortan por todos los lados y ellos se suben el sueldo, como pasa en el parlamento Asturiano, que si lo cerráramos ganaríamos todos, sobre todo los ciudadanos, al no pagar los sueldos de esta cantidad de jetas y aprovechados que nos dirigen.

  Cuando el ministro y los enterados de turno dicen que la justicia está colapsada y por eso tienen  que subir las tasas, les diría que no nos  llamen tontos, que los juzgados los únicos que los saturan son ellos con todos sus casos de corrupción, igual que están saturando a los cuerpos de seguridad debido al gran esfuerzo que tienen que realizar en la investigación de los mismos, que para encima son eternos. Pero veremos las costas de los juicios del ex presidente de la patronal o  las del yerno del rey, sin meternos en las de Mallorca o  Valencia.

 Pero nos insultaran a diario, pero no nos podrán eliminar nuestra inteligencia de forma masiva, ya que sabemos que las tasas judiciales las incrementan para que los ciudadanos de a pie no podamos acudir a los juzgados a poner una denuncia por cualquier abuso de los poderes facticos, así no se ponen en evidencia generando una ley de protección de todos ellos, sino  promulgando una tapadera para que esos poderes todavía tengan más poder y los que robaron en las instituciones financieras se marchen para casa de rositas, ya que con estas tasas nadie podrá reclamar daños como los afectados por las preferentes.

  Pero a estos mercenarios políticos, que derivan todas sus ayudas a los grandes poderes, olvidándose de los ciudadanos, enriqueciéndose personalmente de los bienes estatales  que pagamos todos, les diremos que muchos no consentimos que nos insulten sin nuestro permiso, ya que no son amigos, ni vecinos, son nuestros enemigos.   



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