Y que vive San Mateo...y se celebra

Y que vive San Mateo...y se celebra
  • El Alcalde, Wenceslao López, invitó desde el balcón municipal, engalanado para la ocasión, a "vivir San Mateo desde la convivencia, la alegría y el respeto porque la fiesta es vuestra. Vosotros y vosotras sois protagonistas".
  • El pregonero, acompañado de su familia, aseguró: "Muchos se enamoran del Oviedo y de Oviedo. Igual que pasó conmigo. El fútbol es una puerta, un acceso a la ciudad y a lo mejor que tiene: la gente. No estoy todo lo que quisiera, ellos tampoco, pero cuando venimos, sentimos algo especial. Cuando volvemos, más". 
  • Las capitanas del Real Oviedo Femenino y el Ansa Balonmano Oviedo Femenino fueron las encargadas de lanzar el chupinazo estrenando así los festejos mateínos.
 
Oviedo ya vive San Mateo. A las ocho de la tarde, el pregón inaugural, desde el balcón del Ayuntamiento, marcaba el inicio de los festejos más tradicionales del calendario ovetense. En la plaza, cientos de personas desafiaban a la lluvia para seguirlo en directo. Lo predijo en Alcalde en su saludo, desde el balcón consistorial, y no se equivocó: "es un pregón muy deportivo". Acompañado de su mujer y su hijo, Charlie Mateo, el periodista británico Sid Lowe arrancó el pregón recordando su estancia en Oviedo. Un instante, en concreto: "Aquel día… Yo estaba roto. El dolor era insoportable. Sudaba, lloraba... Desde el suelo, levanté la mirada y le vi al Cristo. No, no fue una aparición religiosa, aunque aquel día sí que me cambió la vida. Os explico: era mayo, hace veinte años, y yo jugaba al fútbol en el Grisú. Jugamos en el campo de Loyola y llevábamos solo cinco minutos cuando salté con el portero. Caí y me rompí el tobillo: tibia, peroné y ligamento. La pierna miraba hacia Oviedo, el pie hacia el Naranco. Y allí arriba estaba el Cristo, el que abraza a nuestra ciudad. Vino la ambulancia y me llevaron a la HUCA, donde estuve cinco semana ingresado. Salí una sola vez: al antiguo Tartiere en silla-ruedas para el derbi con el Sporting. Cuando finalmente me dieron el alta, volví a Inglaterra, aún escayolado. Aquel derbi empatamos a cero y fue el último partido al que asistí allí, pero sabía que al Oviedo, a Oviedo, volvería a ver. Y volví."
Dentro, en el salón de plenos, la corporación municipal, directivos del Real Oviedo, las chicas del Real Oviedo Femenino y el Oviedo Balomnano Femenino –encargadas de lanzar el chupinazo-, Pinón, Telva y Pinín 'de carne y hueso' o Mateín, con chapas en las que se leía "No es No" o en su versión en asturiano (campaña contra las agresiones machistas durante los festejos mateínos), escuchaban a Lowe. En la plaza lo hacían cientos de personas, bajo un cielo que amenazaba lluvia.
Y el pregonero continuó: "Mira, no os quería contar mi historia… Que más da, yo no soy nadie… Pero de alguna manera tengo que explicar qué hace aquí este guiri. No soy el primer inglés en salir en este balcón ni ser del Oviedo. Keith Thompson y Charlie I'Anson celebraron ascensos aquí y su primer entrenador fue Freddie Pentland. Pero sí el primero en hacer este discurso. Será porque no localizaron a Stan Collymore… Y porque no es mi historia, realmente, sino la de muchos, porque de alguna manera expresa lo especial que es Oviedo, como es Asturias, como se mete en el corazón de la gente. Llegué a Oviedo en bus en octubre del 96, con mi amigo Chris, cargado como Williams B Arrensberg. Nos esperaba un año de Erasmus, programa que lamentablemente peligra después del Brexit. Yo terminé viviendo en la calle Nueve de mayo; Chris vivió al lado del Tartiere y presumía de ver los focos desde la ventana. A los pocos días nos acercamos para un Oviedo B-Deportivo B, en segunda B, categoría que por desgracia acabaríamos conociendo bien. Ganó el Oviedo 1-0, con gol de Iván Anía y paradón de Esteban en el 88. Me presta pensar que sean estos dos – asturianos, Oviedistas, paisanos – que me marcaron un camino donde también nos encontraríamos con Diego Cervero, Michu, Armando… Gente que, aún sin saberlo, nos ha ayudado a abrir las puertas a mí y a otros a esta ciudad, su casa. De aquel año veo imágenes: nunca vi una ciudad tan limpia. Veo paseos por el centro, todos iban extremadamente bien vestidos, el parque San Francisco, las bravas, los chiris glas y los tabiques. Veo L'Asturianu donde se cerraban largas noches. Veo monumentos por todos lados… Aún no estaba Woody Allen, pero el de las maletas sí, y la gorda acababa de llegar. Veo la catedral, la universidad donde se casaron amigos míos. Veo lluvia, calles done no caminabas, patinabas. Veo a la gente escanciar… Y me veo intentándolo … Desde el Naranco, veo todo su entorno. Veo a Abel Xavier en la grada. Dubovsky, Paulo Bento, Onopko, Gamboa con su pelo engominado, Tomas Christiensen. Cada gol una langosta. Viajes a Donosti, a Madrid y a Gijón. El 4-1 al Atlético del doblete: nos veo saliendo rodando del estadio al casco antiguo y palpo una felicidad compartida, la victoria de una ciudad entera y me siento parte de ella. El deporte es comunidad, identificación, valores. Es un honor compartir este balcón con estas deportistas que honran a la ciudad. De estos valores, ellas saben perfectamente. Parte importantísima de mi comunidad ovetense fueron el Real Oviedo y, como no, el Grisú. Fiché por el Grisú de casualidad, igual que llegué a Oviedo de causalidad, aunque ya no me parece tan casual. Una día, recién instalado, saqué la guía telefónica y me hice una lista de clubs. Universidad ... Rosal ... Guillén la Fuerza ... Y Grisú. Cogí un autobús para la Tenderina Baja, hacia Cerdeño, donde entre vacas y ovejas hay un campo de tierra y una caseta pequeña. En el vestuario, donde las duchas, estaba pintado en letras enormes: NI ESCUPIR NI MEXIAR. Yo entrenaba, pero no jugaba. Tampoco escupía ni mexiaba, por cierto. Hasta que por fin saqué el DNI y pudieron ficharme. Al tercer partido se acabó con la pierna rota para siempre bajo la mirada del Cristo del Naranco. Pero no fue el final; apenas fue el comienzo. En el hospital – y aquí mi admiración y gratitud eterna a la sanidad pública – me trataron fenomenal, y vinieron todos a arroparme. Las cinco semanas ya no me parecen duras, sino una reafirmación, una demostración de la bondad de la gente. Tanto que, a pesar de tener que marcharme para Inglaterra, me resistí a soltar a Oviedo. El primer artículo que publiqué jamás fue justo a la vuelta: un homenaje al derbi asturianu. Cuatro años después me fui a Madrid a trabajar, pero seguía colgado de Oviedo. El fútbol como cordón umbilical. Algún artículo firmaba como Isidro Lángara e iba a partidos, pero del Oviedo casi ya no escribía – ya no era de primera. Estamos hablando del 2001. Estuve en Mallorca cuando bajó a segunda, y peores momentos esperaban. ‘Sobrevivir' era literal. Aquel día Luis Aragonés dijo: "Siempre que llueve escampa". Ha llovido mucho, pero tuvo razón -prosiguió- "Con Esteban de portero, diecinueve años después de aquél paradón contra el Depor B, catorce años después de Mallorca, el Oviedo volvió al fútbol profesional en Cádiz – momento emotivo, injustamente robado a 155 aficionados…", moemnto en el que un 'doble aplauso' (en el interior del salón de plenos y en la plaza interrumpieron sus palabras), que Lowe retomó en clave optimista: "Volvió a jugar el derbi … y queda pendiente la vuelta a primera. Con Carso, tiene mucho futuro. Podía no tener ninguno, no haber llegado ni a este punto. Y esto es para celebrárselo (...) En la dificultad, se forjó algo especial. Se reforzó y se amplió la identidad, la colectiva. Se demostró una vez más que la afición es el auténtico valor del fútbol. El Oviedo sois vosotros. En el 2003 y el 2012, lo salvó la gente. Mucha gente. La lista, arrancando por Manolo Lafuente, es larga y temo olvidar a alguien, pero sí que quería recordar a Antonio Mijares, y a todos vosotros". 
De nuevo otro sonoro aplauso acompañó entonces el siguiente párrafo del pregonero: "Al Oviedo lo salvasteis los de siempre. En 2012, se sumaron Arturo Elías y aficionados de todo el mundo. El Oviedo lanzó un SOS y le contestaron; compraron acciones para salvar a un club que apenas conocían, pero sí que conocían a Juan Mata, a Michu, a Santi Cazorla, embajadores ovetenses y oviedistas orgullosos de serlo, y pronto conocerían al Real Oviedo. En más de 140 países, hay unos cuarenta mil accionistas. ¿Accionistas? Mejor dicho, hay oviedistas. Ovetenses". Y, como se esperaba, comenzó a llover. Los paraguas se abrieron pero el público no se fue.
Lowe aseguró con gracia: "Se me van a borrar las letras…". Pero continuó presentando a "esto tío que está aquí, Matías. Si alguien promociona a Asturias, a Oviedo, es él. Cuando vienen a partidos él, con el club, los ayuda. Y vienen a cada partido. Vienen a ver al Real Oviedo de Gran Bretaña, de Estados Unidos, de Argentina, de Portugal, de Japón, Rusia, México claro!, de Singapur, la Gambia. Emociona ver como Oviedo les cambia la vida, y ellos a Oviedo. Muchas vuelven, cinco, seis viajes al ano. Ya es su club, y por lo tanto, también su ciudad. A esta gente, les quería decir: merci, danke, efharisto, grazie, aligato, schukruhn, diohgch, obrigado, sposibo, thank you. Y a vosotros gracias por hacerles sentir en casa. Hay una peña Oviedista en Oldham. Su lema lo dice todo: "Venimos por el fútbol, nos quedamos por el cachopo". Se enamoran del Oviedo y de Oviedo. Igual que pasó conmigo. El fútbol es una puerta, un acceso a la ciudad y a lo mejor que tiene: la gente. No estoy todo lo que quisiera, ellos tampoco, pero cuando venimos, sentimos algo especial. Cuando volvemos, más.  Ayer pasé al lado del campo de Olloniego, dónde jugué el primer partido con el Grisú… el ultimo llegó solo quince días después y terminó mal pero ni eso pudo separarme ya de Oviedo; es más, profundizó la conexión. Al pasar, sentí lo que siempre siento en este punto del camino, que para mí es como la frontera que se cruza: ‘ya estamos en casa'.
Charlie Mateo, su pequeño, el gran protagonista
La voz se le quebró en el momento más emotivo de su pregón. No fue para menos.: Y digo ‘estamos'… porque quería presentar a mi pequeño San Mateo particular. Se llama Charlie Mateo". Y entonces cogió a su hijo que no se dejó intimidar y se acercó al micrófono para gritar: "Vamos, vamos Oviedo… es una fuerte pasión". Las palabras del pequeño arrancaron lágrimas y aplausos.
La última parte del pregón (traducido en lengua de signos desde el inicio) fue en asturiano: "Poco más que dicir: la mio familia y yo sentímonos carbayones, y esto ye por vosotros. Siéntome arguyosu de pertenecer a esta ciudá guapa, amable, histórica, noble y lleal, cola so cultura y el so club de fútbol. Cola so xente. Nun hai, nin va haber nunca, manera de pagavos el cariñu que recibimos equí. Ye un auténtico honor tar equí. Nunca imaxiné tar nesti balcón, nin abrir les vuestres fiestes que me presta pensar que son les nuestres tamién. Gracies a tós: al Conceyu, a la SOF, a vosotros. Gracies, Uviéu. Felices fiestes. ¡Puxa Asturies! ¡Puxa Uvieu! ¡Puxa San Mateo!"
Y el sentido aplauso de Oviedo dio paso al hinmo de Asturias, interpretado por la Real Banda de Gaitas ‘Ciudad de Oviedo', que al igual que la Banda de Música de la ciudad no faltó a la apertura de los festejos mateínos.
El presentador, Luciano García, dio paso entonces a las capitanas del Real Oviedo Femenino y del Oviedo Balonmano Femenino, María Suárez y Lucía Álvarez, que lanzaron el chupinazo. La plaza se cubrió de confeti de colores. San Mateo 2017 acababa de comenzar. La fiesta se trasladaba entonces a la zona de chiringuitos. 
 
 

(Crónica de ASturiasDiario).-San Mateo ya llegó, y Sid Lowe encendió la mecha de las fiestas. Bajo la lluvia, el periodista inglés, que se enamoró de Oviedo, y del Real Oviedo, durante su año de Erasmus, y el primer pregonero por aclamación popular, inaugu­ró la ‘folixa’ mateína, relatando su historia de amor con el club y la ciudad. Una historia contada mu­chas veces, pero nunca ante tan­ta gente. Sid Lowe, un “guiri en el balcón”, relató su llegada a As­turias, sus primeros partidos en el Carlos Tartiere, sus recuerdos de estudiante en la noche carbayo­na, su lesión jugando en el Grisú, y también la llamada de socorro que lanzó el oviedismo en 2012. “Vosotros salvasteis el club, los de siempre, y los miles de accio­nistas de más de 140 países que se sumaron a la causa, atrayendo a Carlos Slim”. Y también recor­dó que desde entonces, “en todos los partidos que el Real Oviedo juega en casa, hay accionistas de cualquier parte del mundo”. Sid Lowe se acordó de todos aquellos que lucharon por su equipo, em­pezando por el ex presidente Ma­nuel Lafuente, y recordando tam­bién la labor de Matías García, el presidente de Real Oviedo World Fan Club, que recibe a cada uno de los visitantes extranjeros que lle­gan a la ciudad para ver un parti­do de su equipo de fútbol. “Miles de personas han conocido Oviedo, y se han hecho oviedistas y ove­tenses, enamórandose de esta ciudad, como yo lo hice”. Al con­trario que Los Morancos, Loquillo o el alcalde de Santiago de Com­postela, pregoneros en años an­teriores, Sid Lowe pronunció un pregón personal y auténtico. Se emocionó, y lloro. Y cuando per­dió la voz, su hijo Charlie Mateo (llamado así por el santo patrón de la ciudad), tomó el micro para cantar un “vamos, vamos Oviedo, es una fuerte pasión…” que levan­tó los aplausos de los escasos ove­tenses que aguantaron el chapa­rrón en la plaza del Ayuntamiento, llena de paraguas. Tras despedirse, con unas palabras en asturiano y marcado acento inglés, Sid Lowe dio paso a las jugadoras del Real Oviedo Femenino y del Oviedo Balonmano Femenino, que lan­zaron el chupinazo, dando por concluido el acto tras el saludo de los portavoces del tripartito, el alcalde Wenceslao López (PSOE), Ana Taboada (Somos) y Roberto Sánchez Ramos (IU). En el salón del Ayuntamiento, con los conce­jales del PP haciendo piña en una esquina, abundaban los pañuelos morados y las chapas con el lema ‘No es no’, de la campaña munici­pal contra las agresiones machis­tas en San Mateo.

En la calle, hubo chiringuitos que se adelantaron al pregón y al volador que inaugura, oficialmen­te, las fiestas. Con Sid Lowe aún en el balcón municipal, en la ba­rra de ‘Los Estudiantes’ ya se ser­vían cañas y bocadillos, mientras a solo unos metros, la gente hacía cola frente al Rincón Cubano, pa­ra aprovechar los mojitos gratis de su tradicional ‘hora feliz’. La lluvia, intermitente durante todo el día, deslució el pregón e impidió salir a los gigantes y cabezudos, resguar­dados bajo los arcos del Ayunta­miento, y restó público a los con­ciertos nocturnos, con Corquiéu, Green Valley y La Oreja de Gogh sobre el escenario de la Catedral.

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