El llanto de los diez reyes

El llanto de los diez reyes

Por aquel tiempo un mal se extendió entre los primogénitos de los reyes de la Tierra. Todos  acudieron en audiencia a pedir ayuda a Adamón, el brujo. Unos acusaban a otros de envenenar sus estirpes, otros vengadores habían tomado cautivas a las reinas de otros, otros habían recluido a más de la mitad de sus vasallos en gigantescos calabozos buscando al malhechor, otros simplemente lloraban desesperados.

 

Adamón, sentado en el suelo rodeado de majestades y cansado de escuchar exigencias e intrigas, entregó un cuenco de hueso a cada uno. Se levantó y les señaló con el brazo el puerto. Un barco los llevaría a un islote mar adentro  que emergía del agua como un cuerno mellado. - Vuestra nave está a punto de partir- gritó con voz ronca-, en este recipiente verteréis la cura de vuestros hijos, yo iré con vosotros para extraer el antídoto. Y así, zarparon hasta el peñasco donde recogerían la medicina.

 

Cuando llegaron el brujo les pidió que se sentaran con el cuenco bajo la barbilla. Todos se extrañaron de aquella orden.
- ¿Dónde está la solución? - gritó uno-, ¡mi hijo se muere!

- El remedio al mal de vuestros hijos está en vosotros - dijo con ternura-, en vuestras lágrimas, ¡llorad de amor! Y lloraréis lágrimas blancas que serán el milagro para vuestros delfines.  

 

Tres reyes coléricos lanzaron el cuenco a la cabeza de Adamón y lloraron de rabia lágrimas tan negras que embarraron sus mejillas antes cubiertas de polvos de arroz. Seis recordaron con amor a sus hijos en lágrimas blancas pero que mezclaron en el cuenco con el color oscuro de la rabia y el ansia de venganza, destilando, sin saberlo, un veneno mortal.

 

Sólo aquel que recordó a su hijo con amor, y sólo amor, rememorando su vida paternal, e incluso rio creyendo verlo a dos palmos reproduciendo, como si leyera, el instante en que unos ojos desorientados se clavaron por primera vez en su origen; sólo aquél llenó su cuenco de lágrimas blancas, tan blancas como la nata, casi era un zumo del blanco de sus ojos y de las perlas más blancas de las ostras más blancas entre las espumas más blancas sobre la arena más blanca que cubría, sin querer, la nieve más virgen.

 

Tres príncipes murieron del mal que los había infectado. Seis príncipes murieron envenenados por sus reyes. Y sólo un príncipe se salvó. Y sólo un rey supo elegir, de entre todas las emociones que serpenteaban por su corazón, aquella que merecía ser sentida.  


Dime:

 

¿Y tú? ¿Sabes elegir con inteligencia emocional la emoción, de entre todas las que sientes, más adecuada para tu vida y focalizar sobre ella tu atención? ¿Por qué eliges envenenar tu cuenco?


¡Un abrazo!


José Ángel Caperán

Psicólogo y coach en Gijón

Twitter @jcaperan

jacaperan@gmail.com

8 comentarios

  • # gijonesa Responder

    22/04/2013 19:50

    Lo intento. Aunque primero he de trabajar en dominar "la impulsividad". Un saludo.

  • # Laquesuscribe Responder

    24/04/2013 13:07

    En primer lugar, ¿sabemos ponerle nombre a cada una de nuestras emociones para tenerlas perfectamente identificadas?

  • # Marián Responder

    26/04/2013 08:34

    Normalmente nuestras emociones suelen estar entremezcladas y a veces son contrapuestas, lo que parece una incongruencia pero no lo es, podemos sentir mucho cariño por alguien pero al mismo tiempo sabemos que nos hace daño, emociones contrapuestas dificile

  • # José Ángel Caperán Responder

    26/04/2013 13:10

    Gracias Gijonesa, Laquesuscribe y Marián! Me alegro de volver a leeros! Efectivamente sólo saber poner nombre a las emociones negativas. Pero jamás sentimos una única emoción y jamás, aunque nos cueste creerlo, sentimos sólo emociones negativas ante algo.

  • # Maluni Responder

    27/04/2013 16:49

    ¿Qué malo con las preguntas que nos haces? Si consiguiesemos mantener intactos nuestros sentimientos puros no seríamos seres humanos. Una de las mayores cualidades del ser humano es la diversidad de emociones y sensaciones. Me encantaría ser esencia...

  • # José Ángel Caperán Responder

    28/04/2013 21:03

    Gracias Maluni, y una cualidad del ser humano es elegir siempre la emoción negativa. Bueno, más bien es como nos han educado: para vivir retenidos, prudentes y masoquistas. Vamos a re-educarnos, la vida no cambia, sólo podemos cambiar nosotros.

  • # estrella Responder

    02/05/2013 07:31

    Creo que con los años me resulta más fácil hacer el esfuerzo de focalizar mi camino hacia la positividad , el amor, la ternura, la dulzura, aunque se atraviesen en ocasiones sentimientos negativos. En cambio, si recuerdo , mi juventud como más amarga.

  • # estrella Responder

    02/05/2013 07:33

    En consecuencia, mi CONSEJO:eduquemos y enseñemos en la POSITIVIDAD.

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