Oficios fuera de Asturias: Aguadores

Oficios fuera de Asturias: Aguadores

El crecimiento continuo que imperó en la Villa madrileña desde que en 1561 el rey Felipe II decidiera elegirla como capital del reino provocó un grave problema en el abastecimiento del agua. Apareciendo entonces el oficio de aguador, profesión que se prolongó durante cuatro siglos hasta que en el siglo XX  se instaló el agua corriente.

Muchos asturianos fueron  a Madrid y Sevilla a desempeñar el oficio de aguadores. En el siglo XIX el viajero y cronista inglés George Borrow, decía así de nuestros paisanos:

“¡salud aguadores de Asturias, que, con vuestro grosero vestido de muletón y vuestras monteras de piel, os sentáis por centenares al lado de las fuentes, sobre las cubas vacías, o tambaleándoos bajo su peso, una vez llenas, subís hasta las casas más altas!

Los aguadores subían a las casas el agua a cambio de un módico precio. Las familias acomodadas y la iglesia tenían sus propias fuentes en los patios de sus casas.

Los aguadores no solo tenían que proveer de agua potable sino que también debían cargar con sus cubas llenas para apagar los incendios muy habituales en aquella época.

Casi un tercio de los aguadores procedían de Tineo, pero también llegaban de Cabranes, cangas de Narcea, Piloña y Villaviciosa.

En cada fuente predominaba la gente de un mismo concejo.

En los expedientes municipales se detallaban además del nombre y apellidos , el estado civil y las características físicas ya que por entonces no había fotografías.

La edad giraba en torno a los 30 años, a los 60 casi nadie llegaba.

Se crearon bandos y hermandades para proteger y regularizar el uso de las fuentes entre trabajadores y vecinos. Las disputas ocurrían al pie de los caños pero jamás en las casas,ni se tuvo constancia de robos en los hogares.

En 1815 s reguló el uso y disfrute de las fuentes públicas con un total de nueve disposiciones que concretaban derechos y deberes de los aguadores.

Conservando el sistema de disfrute de caños entre aguadores y vecinos, y prohibiendo afeitarse y lavar en los pilones. Si estas normas eran infringidas el castigo suponía una multa de cuatro ducados y ocho días de cárcel. Además se les prohibía a los aguadores  llevar agua a sus hogares.

Las fuentes más importantes fueron:

Puerta Cerrada, Plaza de la Villa, Puerta de Moros, y puerta del Sol.

1 comentario

  • # Marisa Responder

    15/04/2013 19:16

    Que articulo mas interesante.No tenia ni idea que existiera esa profesión. Menuda forma de buscarse el pan en esos tiempos tan duros.Habra que echarle imaginación y ganarse el cocido como nuestros antepasados?

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