Homenaje a un profesor

Pasado mañana en Zaragoza se celebrarán congreso mundial de matemáticos en el curso del cual el catedrático de Algebra de la Universidad de Oviedo Santos González Jiménez recibirá un homenaje de colegas y alumnos de aquí y de allí –aunque nacido en la provincia de Avila se formó en Aragón- por cumplir 60 años y ser uno de los principales matemáticos de nuestro país. Hasta allí irán autobuses desde Oviedo con amigos y alumnos. Vicepresidente de la Real Sociedad Matemática Española es uno de esos profesores llegados de Aragón que a lo largo de los años han sentado cátedra en nuestra universidad como el hoy rector Vicente Gotor, el investigador Carlos López Otín, el profesor de renombre internacional José Barluenga, o el doctor Juan Lobo por citar algunos casos. Precisamente no hace muchas fechas la concejala socialista de Torremolinos María Isabel Tocón, profesora de matemáticas de la universidad de Córdoba, me dio recuerdos para Santos González destacándome el prestigio que este catedrático tiene dentro de su especialidad en la universidad española y lo bueno que es para la universidad asturiana tenerle en su cuadro docente y de investigación.

También destacados médicos aragoneses se han instalado en Asturias a lo largo de los años. Recuerdo con especial cariño al doctor Alonso-Lej, hoy jubilado en Zaragoza, que en los tiempos de esplendor del Hospital General de Asturias estuvo a punto de realizar el primer trasplante de corazón en España y si no lo hizo fue porque entonces tenía que hacerlo el yernísimo, o sea, el doctor Cristóbal Martínez Bordiú. A riesgo de olvidarme de distinguidos profesionales, a Alonso-Lej le siguieron en Oviedo médicos como José Luis Gómez Martínez, un gran radiólogo, Chapo Esteban, o Navarro Izquierdo, por citar tres aunque me consta que hay muchos más. Claro que el Principado también ha exportado para allá a asturianos ilustres que van desde el naveto Hipólito Gómez de las Roces, fundador y primer presidente del Partido Regionalista Aragonés, hasta el langreano Nieves, uno de los mejores guardametas que tuvo el Real Zaragoza en toda su historia y que continúa por allí afincado.

La Universidad de Oviedo siempre ha sido una institución abierta y acogedora. Al primer rector que conocí en persona fue el catalán Virgili Vinadé, químico, persona docta y tranquila que drigió nuestra principal institución docente con buen pulso académico, sentando las bases de lo que sería la Facultad de Económicas cuyo decano comisario fue el asturiano Carlón, ya fallecido, esposo de la actual cronista oficial de Oviedo Carmen Ruiz-Tilve. Luego le sucedió José Caso, un gran tipo, especialista en Jovellanos y que tuvo que lidiar con el movimiento de ruptura que por aquel entonces pretendía León -nuestra universidad era de Asturias y León- lo que para desgracia de ambas regiones ocurrió unos años después; quiero decir que con la separación ambas se debilitaron y es que la universidad pudo haber sido el nexo entre el Principado y León para formar una autonomía única como soñó Rafael Fernández, pero en aquellos tiempos, principalmente las familias importantes de la provincia vecina, como los Valle, el profesor Cordero del Campillo o el mismísimo Rodolfo Martín Villa, se opusieron a ello. Cuando se vieron unidos en el mapa autonómico a Castilla ya fue tarde. Bien que lo han lamentado, todos, con el paso de los años. Y tras José Caso llegó el profesor Teodoro López-Cuesta quien precisamente el próximo día 9 cumplirá 90 años y que cumpla muchos más.

En la primavera próxima habrá elecciones al rectorado. Por el momento hay dos candidatos: el actual rector Vicente Gotor y la catedrática Paz Andrés que lo intenta de nuevo. Debo reconocer que este maño, Vicente Gotor, ha realizado un rectorado tranquilo, dialogante, venciendo dificultades presupuestarias y eliminando en lo posible roces con la Administración autonómica de quien depende nuestra universidad. Seguramente aparecerá algún candidato más; en todo caso, la Universidad es una institución que debe de contribuir al desarrollo de nuestra sociedad, saliendo de sus muros, tras los que se parapeta en muchas ocasiones, y estimulando la creatividad de nuestros jóvenes además de ponerlos al servicio de nuestras empresas. Pase lo que pase en las próximas elecciones al rectorado, siempre digo lo mismo: Que gane el mejor.



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