Grandes personajes, personajes y personajillos

Experimenté un profundo orgullo cuando Ignacio Prendes fue elegido Vicepresidente Primero del Congreso de los Diputados. Similar sensación percibí cuando Javier Fernández fue designado Presidente de la Comisión Gestora del PSOE. Ambos son asturianos y, por eso, cuando los medios se referían a ellos anteponían el gentilicio al nombre, lo que era para mí motivo de gran satisfacción. Cuando teníamos arrinconados esos sentimientos, un acontecimiento trágico, ajeno por completo a nuestra Comunidad, ha permitido que visualicemos una estructura que creíamos caduca y obsoleta, la Brigada de Salvamento Minero, que, tras una brillantísima y arriesgada actuación, nos hace revivir –por qué no decirlo- la vanidad y el engreimiento de ser asturianos y alivia la triste situación por la que atraviesa nuestra región a propósito de los fenómenos meteorológicos que nos asolan. Esta Brigada se hace acreedora, sin ningún titubeo, del Premio Princesa de Asturias a la Concordia y, sobre todo, de que nuestras autoridades aseguren su pervivencia sine die como símbolo y salvaguarda de nuestros valores históricos como pueblo valiente y ejemplar. Sus integrantes merecen el calificativo de grandes personajes. Similar título distintivo merece Gil Carlos Rodríguez Iglesias, recientemente fallecido. Gil Carlos nació en Gijón y llegó a la cúspide judicial europea con 40 años, ocupando la Presidencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, institución que tuve el honor de visitar y conocer de su mano en compañía de mi colega Alberto Arce. Ningún reconocimiento institucional se le hizo. Entre los personajes, sitúo a Vicente Álvarez Areces, fallecido repentina y prematuramente. «Tini» era un hombre cordial, un encantador de serpientes en el buen sentido de la expresión, defensor fervoroso y a ultranza de nuestra Comunidad Autónoma. Afable y educado en el trato, tuvo una larga trayectoria política durante la que hubo claroscuros. Conservo buenos recuerdos del expresidente: fue la única autoridad que, tras aprobar el Parlamento la Compilación del Derecho Consuetudinario Asturiano, de la que fui promotor, investigador y redactor, me llamó a su despacho para agradecerme el trabajo que había hecho «para la mayor gloria de Asturias». Todos deseamos el mayor reconocimiento para nuestros deudos fallecidos, pero sus pomposas honras fúnebres, propias de un faraón o de un rey, fueron un exceso que, estoy seguro, ni el propio «Tini» hubiera aprobado. Este exceso tuvo sus esperados correlatos con comentarios y artículos de mal gusto impropios del momento. Curiosamente el vía crucis organizado no tuvo parada en la sede de la Presidencia del Principado. Sus promotores sabrán por qué. Entre los personajillos ocupa el lugar de honor Pedro Sánchez. Sus pactos con el PNV para lograr su voto favorable a los presupuestos, que pasan por transferir 33 competencias entre las que se encuentran los tres centros penitenciarios existentes en el País Vasco, dan fe de hasta dónde puede llegar este insensato para continuar en La Moncloa. Solo falta la Seguridad Social, que se libra porque el Tribunal Constitucional la declaró intransferible. A esta misma categoría pertenece José Luis Ábalos, quizá el ministro más incompetente del actual Gobierno, lo que ya es decir. La gestión, o mejor la no gestión del conflicto de los taxis-VTC, que de ser un problema se ha multiplicado por 17, lo hace acreedor del título de escapista mayor del Reino. Fragmentación del mercado, inseguridad jurídica y restricción de la competencia, son sus nefastas aportaciones en este asunto. Similar título distintivo es atribuible a Zapatero cuyas intervenciones pretenden convencernos de que Maduro es un demócrata de toda la vida, confundiendo a la opinión pública, haciéndola creer que en Venezuela hay instituciones independientes. Son «les babayaes» a las que nos tiene acostumbrados. En fin, paz para los fallecidos y justicia y sensatez para los vivos.     Ignacio Arias.  



Dejar un comentario

captcha