Reflexiones desde el Bundestag y el Bundesrat

La pasada semana, un grupo de letrados de parlamentos autonómicos españoles visitamos el Bundestag (equivalente al Congreso de los Diputados) y el Bundesrat (equivalente al Senado) de la República Federal de Alemania, ubicados ambos en Berlín, que conforman, junto con el Presidente Federal, el Gobierno y la Corte Federal Constitucional, los cinco órganos constitucionales permanentes, y tuvimos ocasión de conocer el funcionamiento de estas dos instituciones e intercambiar experiencias con su personal.

Son muchas las enseñanzas obtenidas. Situados en el ámbito del Bundestag, la primera y más importante es que los alemanes están orgullosos de su bandera y de sus símbolos, incluida la imponente águila que preside su salón de sesiones, símbolo muy frecuente en la heráldica teutona, por más que, irremisiblemente, nos recuerde tiempos pasados. Sorprenden también las similitudes en los procedimientos, desde los guiones que se preparan para el Presidente y los miembros de la Mesa, pasando por la base de datos de precedentes, o la documentación y similares. En la configuración del trabajo parlamentario se parte de una idea muy clara, el Parlamento discute de política, no de derecho, y esa idea se proyecta en el modo de articular los informes que emiten los servicios científicos, que no solo comprende asesores, sino también politólogos, financieros, economistas… No se hacen informes de oficio, solo si son solicitados. Se confía en que tanto el Gobierno como los Grupos y sus asesores no den luz verde a iniciativas que no sean sensatas. Raramente los informes superan las dos páginas. Se adopta la filosofía de que los informes no tienen por objeto lucir los conocimientos enciclopédicos de quien los firma, sino rendir utilidad a quien los recibe, y esa finalidad solo se consigue si el informe es claro, conciso y breve. Los informes, además, nunca son impeditivos, sino ilustrativos. Hay dos límites infranqueables: el respeto a los procedimientos –esencia del sistema democrático- y la salvaguarda de la responsabilidad penal de los parlamentarios, que raramente se verá afectada, porque es difícil imaginar que existan en Alemania políticos equiparables a los separatistas catalanes. Todos están orgullosos de pertenecer a la República Federal de Alemania. Como dato curioso, en el Bundestag tiene escaño reservado un representante de las Fuerzas Armadas para velar por la defensa de este colectivo ante posibles medidas perturbadoras adoptadas por el Legislativo. Difícil de entender, pero cierto.

De la sobriedad dinámica del Bundestag nos trasladamos a la sobriedad extrema del Bundesrat, que se percibe ya en el edificio que lo alberga, menos ostentoso, y en la ausencia de decoración.

El Bundesrat es el órgano federativo en el que están representados los dieciséis Länder que integran la República Federal de Alemania, desde el poderoso Baden-Wurtemberg al modesto Berlín. Tiene el mérito de ser el parlamento más cortés de Europa, sus debates son moderados, la atmósfera es fría, se habla en forma calma, con respeto, sosegadamente, la discusión es sobria, y las llamadas al orden desconocidas. El sistema federal funciona bastante bien porque ningún estado crea tensiones insostenibles. Es heterogéneo, complicado y caro, pero prevalece el interés general sobre el particular y, en caso de graves discrepancias, el problema se soluciona con compensaciones económicas, hasta el punto de que se dice que se está convirtiendo en un federalismo de talonario: se cambian competencias por dinero. Solución inteligente porque ¿para qué sirve tener competencias sin financiación?

Las relaciones financieras entre los estados son complejísimas. Para ejemplificar este aspecto se dice que solo las entendían tres personas: una se murió, otra se suicidó y la tercera está ingresada en un centro psiquiátrico.

El Bundestag es más importante, pero, en compensación, el Presidente del Bundesrat asume la Presidencia Federal en caso de impedimento o de terminación anticipada del mandato de su titular.

Como anécdota, asistimos a un simulacro de evacuación y, mimetizados con el espíritu alemán, abandonamos el edificio en silencio y con orden germánico. Bueno sería que se nos pegaran otros comportamientos y actitudes.

Entretanto, siempre nos quedará el Real Madrid.

 

 

 

 

 



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