El domingo, limpieza general

Según Susana Díaz, vizcondesa andaluza, a Pedro Sánchez no le apoya nadie: ni Pelayo en Asturias, ni Tutankamón en Andalucia, ni Bermudo II en León, ni Suero Fernández Barrientos en Extremadura, ni El Quijote en Castilla La Mancha. Todos, según ella, desconfían de el.
 
Lo mismo piensan -estos con doble e interesada intención- en el Partido Popular, en los medios de comunicación ultraconservadores, en la Conferencia Episcopal, los carismáticos y solidarios líderes de las empresas del Ibex, y, en general, todos los que -únicamente por el bien de España- sienten una especial simpatía por el viejo socialismo hispano.
 
El próximo domingo quienes van a decidir quién será el futuro Secretario General del Partido Socialista Obrero Español serán los votos libres de los afiliados. Esperemos que más libres que cuando se les coaccionó a la hora de recoger las firmas para presentar los avales.
 
Susana Díaz, que hace unos meses en uno de sus discursos populistas -sabiendo ya del apoyo del aparato del partido y suponiéndose ganadora- decía que ella estaría en donde quisieran los afiliados: "estaré en la cabeza o en la cola, me da igual", durante el debate de ayer prometió "irse sin fracturar el partido si es elegida Secretaria General y el PSOE no remonta". Faltaría más, con un voto en las urnas por encima de la últimas elecciones generales el partido estaría remontando y la vizcondesa -y sus fieles- ya tendrían argumentos de defensa para agarrarse a la poltrona.
 
El Partido Socialista Obrero Español puede romperse el próximo domingo, pero no por culpa de Pedro Sánchez quien ya dijo hace bastante tiempo que acataría el resultado que resultase de las urnas. Si acaso se romperá porque los conspiradores, el aparato, los barones y la vizcondesa, no van a soportar que el voto de la base socialista les coloque en el lugar que -por su labor golpista- les corresponde.
 
Socialismo sí, pero limpio. ¡Ya va siendo hora!



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