Debemos cambiar “con” el mundo (¿!),

otro dislate del Primer Ministro de Francia, Manuel Valls. 
Y sigue el proceso de acatamiento –a pesar de las advertencias de economistas de la talla de Krugman y Stiglitz- a las imposiciones de los mercados. Francia –impulsora del Tratado fundacional de la Unión Europea- aparecía, después del torbellino Bush-Merkel- dependiente de Sarkozy, como el único país de Europa capaz de poner los puntos sobre las íes, amainar el vendaval neoliberal siguiendo las pautas iniciadas por el Presidente Obama -¡a qué trabajo, frente al poderío de los conservadores republicanos en EE.UU!- y dejar bien claro que no volvería a repetirse la imagen tenebrosa de una UE hincada, mientras los mercados nombraban a su antojo, sin urnas, a los gobiernos de Italia y Grecia (cuna de la democracia)… 
Pues no ha sido así. En lugar de situarse en la vanguardia de la movilización ciudadana y contribuir a “cambiar el mundo”, el señor Valls dice ahora que “debemos cambiar con el mundo”. Este “con” pasa, de golpe, de la dignidad y la esperanza al sometimiento y la desesperación. ¡Tantas expectativas desvanecidas! Cuando presumíamos coraje, inspiración y valores éticos para las transformaciones que tanto apremian, el joven Primer Ministro francés, acata. 
¿Tendrá lugar en Francia, como en el famoso verso de Machado, “otro milagro de la primavera”? Ojalá. Porque de otro modo la zozobra europea enturbiará todavía más las perspectivas mundiales actuales.



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