Pedir perdón

Me siento ante el teclado tras ver a la presidenta del Partido Popular de Madrid Esperanza Aguirre pedir en directo perdón por haber confiado en su día en el que fue su número dos, un tal Granados, hoy detenido junto con varios alcaldes y empresarios, más el presidente de la Diputación de León. Está claro que la veterana política conservadora no tiene pelos en la lengua y dice las verdades del barquero. Por su supuesto que disiento de muchos de sus planteamientos pero siempre admiré su carácter y claridad aunque algunos piensen mal por haber estado años rodeada de chorizos. La verdad, hubiera sido una muy interesante haberla visto presidenta de la nación.

Lo cierto es que a mi regreso de Galicia me encuentro, como el resto de los ciudadanos, con este pastel. Menos mal que, al menos de momento, Asturias parece estar al margen del ventilador de la mierda. El asunto Fernández Villa, con ser grave y sin disculpa alguna, no deja de ser pieza pequeña respecto a un ex sindicalista y ex político, mayor, enfermo y sin cargo algo, salvo lo del consejo de HUNOSA al que no asiste desde hace meses, en esta partida de ajedrez que ha comenzado a jugarse entre los partidos y en concreto entre políticos que empiezan a ver como sus sillones corren peligro.

Estuve el fin de semana en Galicia con parada inicial en el Vagabundo de Portonovo para bajar hasta Combarro el sábado. Poco turista pero un tiempo espléndido. Compro tres bruxas a euro por escoba y el paisano me dice que las emplee para hacer el bien. Hoy mismo las remito a Madrid, a la calle Génova, para que asesoren a Mariano Rajoy, que es de los suyos, ya que Pedro Arriola parece haber perdido el olfato. En el restaurante me doi de bruces con el Gran Wyoming que viene de La Coruña camino de Sansenxo donde por la noche actúa con su banda de rock. Enterado de que voy con Amigos de Cudillero me suelta que haber cuando le damos la Amuravela de oro. Bueno, con que la tenga Víctor Manuel, buen amigo suyo, es suficiente por el momento.

El domingo, a besar al apóstol Santiago. La capital de Galicia, a reventar. A los cientos de turistas de las más diversas nacionalidades hay que añadir una prueba atlética por las calles del centro en la que participaron 6.000 ciudadanos en gran parte críos. La plaza del Obradorio quedó hecha un asco aunque supongo que antes de que anochezca los servicios municipales actuarán contundentemente. La prensa gallega, como la de todos los lados, no para de informar de casos de corrupción de políticos en cargos altos o de medio pelo. No se si el mismísimo santo con una catedral en plena restauración de su fechada logrará absolver los pecados de nuestros dirigentes.

Cada vez que visito Galicia me deprimo dándome envidia nuestros primos gallegos. Nos tienen la partida ganada, máxime además desde que de aquí a allí se viaje rápidamente por autovía. Se nota un dinamismo en la sociedad que no palpo en mi región. ¡Que les voy a contar de la hostelería!. Ganan al Principado en precios, mucho más baratos, y en cantidad de las raciones. Quizás el personal flojee un poco pero es un mal general de la hostelería española. Por supuesto que nos aprecian y esperan sigamos surtiéndoles de euros, principalmente cada verano. Mientras me postraba ante el apóstol Salvador en La Coruña el presidente del Centro Asturiano José Manuel Rodríguez homenajeaba a la ministra de Fomento Ana Pastor que es además gallega y es que entre primos hermanos hay que llevarse siempre bien.



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