Paseando por la city

Aprovecho día tan primaveral para dar un amplio paseo por el Oviedo de mis amores. Apenas salgo de casa cuando un médico jubilado me para para darme la noticia de la dimisión de Jaime Rabanal como director del área sanitaria de Oviedo. No será el único en irse pero, eso sí, el consejero de Sanidad Faustino Blanco se agarra al sillón como a un clavo ardiendo. La chapuza del traslado del viejo HUCA al nuevo, el malestar de los profesionales de la medicina y las injustificables listas de espera están poniendo la soga al cuello al consejero y si me apuran al mismísimo presidente. Tras esta crisis, renovación poca. A Jaime Rabanal le sustituye Manuel Matallanas. A ver si acierta que ya es veterano.

Camino hacia la avenida de Galícia y veo en la lontananza al abogado Santiago González-Estrada. Me cuentan que los mexicanos no le han nombrado consejero del Real Oviedo, pese a su amistad con el presidente Jorge Menéndez Vallina y conocimientos de temas jurídicos relacionados con el deporte, porque fue socio del Real Sporting. Si es así me parece una jilipollez. El chico estuvo el otro día en el palco de la Cultural Leonesa en el partido que jugó el Real Oviedo. Se le vió despachando distendidamente con un directivo del club leonés que fue jefe de seguridad de José Luis Rodríguez Zapatero cuando éste vivía en La Moncloa. El futuro del Real Oviedo no solo se cuece en el Carlos Tartiere, que conste. Así me lo confirma el ex gerente del club Vili, a quien la jubilación le sienta estupendamente. Ayer acudió al acto de homenaje con motivo de su jubilación del policía Ramón Tomás durante muchos años jefe de seguridad en el Carlos Tartiere.

Siempre es motivo de satisfacción tropezarse con amigos en estos paseos por la city ovetense. Mi colega Ana Paredes va feliz, camino de las vacaciones; el ex diputado José Manuel González ha venido de Llanes donde reposa, alejado hace años de la política, para unas gestiones en la capital. Fue un buen político socialista y muy colaborador de José Angel Fernández Villa en los tiempos gloriosos del sindicato minero. En cierta ocasión fuimos juntos a Málaga, invitados por la agrupación socialista de El Palo, a dar una conferencia sobre el futuro del carbón asturiano. Hasta nos aplaudieron.

Llegado a la calle de Uría y no me resisto a realizar una de mis aspiraciones ciudadanas, hacerme una fotografía junto a la estatua de Woddy Allen. Un amable jubilado hace de fotógrafo. Momentos como éste hace que eche de menos a José Vélez. Al lado dos chicos mormones intentan convencer a un ciudadano de las excelencias de tener cuatro mujeres. Lo siento, ya no estoy para esos trotes. Un mogollón de estudiantes extranjeros -creí que era una manifestación- entran a comer en La Corte. Querrán ver por la tarde un pleno del parlamento asturiano. A lo lejos suenan los barrenos con los que los mineros del suroccidente obsequian al delegado del Gobierno Gabino de Lorenzo.

En la calle Argüelles sigue estático el solar del edificio propiedad de la Universidad que hubo que derribar. No es por nada pero si hoy el rector fuera Teodoro López-Cuesta ya estaría vendido y en construcción. Por algo le conocíamos como “el conseguidor”.

En la calle Fruela observo que todas las sucursales bancarias han cerrado fagocitadas, supongo, por el Herrero/Sabadell. Paseando te das cuenta de la cantidad de locales que hay cerrados, a la espera de una venta o un alquiler. Mientras no bajen las rentas poco hay que hacer. Saludo al economista Enrique Roque que fue compañero en HUNOSA y cuyo padre, Aurelio Roque, fue no solo un gran amigo sino también un sindicalista de la izquierda combativo y realista como pocos conocí a lo largo de mi vida periodística. Quique Roque me da noticias de Irundina, una de las mejores cocineras que hubo en el valle del Nalón, y que lucha con mucha moral contra sus achaques. En La Bodega de Santa comen arroz del bueno -Begoña Vázquez tiene pulso mágico para prepararlo- el cantautor Pipo Prendes con el ingeniero Manolo Martínez y otros amigos. La guitarra no está lejos así que tras el café habrá caído alguna jota. Y no llovió.



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