Los ricos también lloran

En los años setenta una telenovela mejicana alcanzó altas cuotas de audiencia conmoviendo la sensibilidad de los televidentes que en aquellos momentos, teniendo las necesidades cubiertas y aseguradas, sufrían porque descubrieron que los ricos también padecían los problemas del resto de los humanos y por ello eran capaces de llorar, al final resulta que todos somos iguales en la naturaleza humana, padecemos frío y calor y disfrutamos o sufrimos con las pasiones futbolística, políticas y amorosas, quizás la intensidad sea un poco variable, según la cantidad, pero si la cantidad te proporciona, en algunos momentos grandes placeres, también te puede proporcionar grandes sufrimientos.

            Recuerdo los años en que se hablaba de Onassis como el hombre mas rico del mundo, pero todo su dinero no le impidió ser infeliz... y llorar, disfrutó y sufrió con sus amoríos pero también padeció el fallecimiento de su hijo Alexander que terminó trágicamente en un accidente de aviación en el año 1973, con este golpe Onassis se sumió en una fuerte depresión de la que nunca saldría llevándole, dos años mas tarde, a su propio fallecimiento, también en esta situación trató de recuperar el amor de María Callas, pero no fue posible, luego el dinero que tantas satisfacciones le había aportado era incapaz de darle soluciones a sus mas íntimas emociones, solamente le quedaba llorar.

            Las crisis, nos vienen a recordar que todos somos mortales y que nuestros principios tienen su fin por mas que hallamos disfrutado y el fin no se hace esperar sobre todo cuando las situaciones de incapacidad y mediocridad nos llevan al precipicio y es aquí donde los ricos también lloran... porque los pobres ya lo traen llorado y sus lágrimas están secas. Ahora nos salen conque la Baronesa Thyssen, antes Tita Cervera, tiene que deshacerse de una de las “joyas de su colección”, para poder sostener el patrimonio, algo así como lo que está tratando de hacer Rajoy con el dinero, que le venía muy bien para el pago de los intereses de la deuda, aportándolo para la salvación del buque insignia de nuestra “armada bancaria”; ¿ recuerdan cuando Zapatero nos decía que eramos muy solventes y que lo de América, no nos afectaba a nosotros ? pues para estos recuerdos no necesitamos remontarnos a la “memoria histórica”, y que ha sido de aquellas magnas celebraciones de la “Alianza de Civilizaciones”, menuda la que hemos “alianzado”; los españoles, que durante unos años hemos sido poderosamente ricos, empezamos a llorar, como en mi infancia, por los rincones, avergonzados, quizás, de que nuestras lágrimas son derramadas por nuestra mala cabeza, porque en el fondo, ni siquiera eramos ricos, pero ahora queremos llorar como los ricos.

            Rico, rico, era Onassis y uno de sus pocos amigos, me dijo en cierta ocasión que sufría mucho porque no se podía llevar el capital a la “otra orilla”, nada era válido para aquel lugar... y rica es la Baronesa pero para mantener este patrimonio sin la ayuda de Bankia, es muy duro, claro que eso de tener dinero y que dinero llame a dinero es muy placentero...pero todo es efímero y se termina por llorar. A los pobres de solemnidad ( como se decía antes) ni les preocupa la crisis ni lloran porque finalicen sus días, ahí está su riqueza, además entran en el reino de los cielos sin tener que pasar el camello por el agujero de la aguja.

            Aquí sin ser muy ricos, los hay que lloran por la perdida de las prebendas, esos son los que el pueblo a colocado como “administradores” de los bienes terrenales, y lloran cuando los echan del cargo... en donde se sentían ricos y poderosos; lo tenemos claro, hay que tener compasión de todos esos que eran tan pobres tan pobres, que solamente tenían dinero.

            Me quedo con todos aquellos que lloran, no por la perdida de los privilegios y las riquezas, sino por la perdida de la razón de ser; de ser solidario, de ser humano en el sentido de la mas pura subsistencia, compartiendo con los semejantes, el agua, el pan y la sal,

            Los ricos también lloran, pero sus lágrimas son frías como el hielo porque son lágrimas de fracaso y no poseen la calidez de las lagrimas de un amor perdido, aquí llora el corazón.

            La baronesa quiere contener sus lagrimas subastando una obra, al artista esa obra, posiblemente le hayan costado lágrimas de creación, y ahora está ahí para la salvación de la vanidad.



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