Ducha fría

La crisis que no cesa. Cada semana surge una nueva y desagradable sesión de ducha fría para el ciudadano de a pié. Aún los más alejados del acontecer político del país, no pueden sustraerse del ruido de los desastres que para la convivencia y la estabilidad se dan cuenta en los medios de comunicación.

Ya no es noticia el brutal desempleo porque ya lo estamos asumiendo como mal sistémico y corregible solo a largo, a larguísimo plazo. Ahora se acumulan más desgracias. Estalla, de nuevo, la crisis financiera que introduce la duda de si será posible que nuestra economía encuentre cauces de financiación regular. Es inevitable recordar aquellos cercanos días en los que Zapatero, junto al Gobernador del Banco de España que todavía continua en el puesto, proclamaban al sistema financiero español como el más sólido del mundo. ¿De quien nos fiamos?

Todo se junta, crisis financiera y crisis de prestigio internacional. Atrás quedó el “milagro español” sustituido por el “país enfermo” que se gasta sus recursos en fichajes deportivos multimillonarios y al que es fácil arrebatar sus inversiones. Surge también una aguda pandemia de insolidaridad general que predispone al navajazo, a recurrir a los “collons” para defender intereses particulares.

Aumenta el desafío a la legalidad constitucional y a la acción legítima del Gobierno del Estado. Desde Andalucía, Cataluña y Euskadi, se hace burla de las reformas en un clima de impunidad, aprovechando que el Ejecutivo está cercado por tanto frente abierto.

La guinda la ponen las maniobras secesionistas. En Euskadi Patxi Lopez ha perdido la brújula y deja el campo abierto para que los radicales dominen todas las mimbres del gobierno dejando a los constitucionalistas, al PSOE y al PP, como recuerdos del pasado.

En Cataluña, Artur Mas se ha desmenelado y pide a Bruselas que estudie las posibilidades de Cataluña como nuevo miembro de la UE. Cualquier día, imitando a Companys, proclamará el “estat catalá” y volveremos a las malditas andadas.

Con tal panorama resulta difícil resistirse a que el pesimismo se asiente en el ánimo. Se puede pensar si hemos llegado tarde al tiempo de reformas y que mas bien debiéramos concertarnos para dar por finiquitado el sistema y emprender un cambio constitucional, ajustado a las nuevas circunstancias,  donde la solidaridad sea algo más que palabras grandilocuentes y los recursos esten mejor gestionados ,en beneficio de todos y no por parcelas territoriales.

Las duchas frías, si son voluntarias tonifican, pero las inesperadas y de forma reiterada,  pueden provocar neumonías mortales si sobrepasan el nivel de aguante. ¿Hasta cuando?.

                                                                                            jlpoyal@telecable.es

 

 



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