Liberación de la democracia secuestrada

 

 

Los ciudadanos somos el colectivo con más potencial, y, sin embargo, nos dejamos dominar, someter y castigar por los minoritarios poderes políticos y financieros que con sus satélites: los medios de comunicación, los grupos energéticos y los armamentísticos forman una oligarquía que controla y disfruta, cada vez de forma más exclusiva, de los beneficios del progreso humano.

 

Exigir que nuestros representantes políticos y sociales no sean corruptos, es imprescindible, pero no suficiente.

 

Exigirles que no engañen, que no mientan, que no prometan lo que saben que van a incumplir, es imprescindible, pero no basta.

 

Exigirles que cumplan sus contratos electorales, que se comprometan con el bien común al que representan, que dediquen sus mejores esfuerzos a procurar las mejores condiciones de desarrollo político, social y económico, es imprescindible pero hace falta más.

 

Exigirles que sean honestos, implicados, independientes de intereses oligárquicos, justos, transparentes, esforzados, preparados y con intensa vocación de servicio a la comunidad a la que representan, es lo adecuado. Los ciudadanos no debemos conformarnos con menos.

 

Pero hace falta más. Que los ciudadanos nos impliquemos, que participemos, que los intelectuales, investigadores, universitarios, científicos se involucren en las actividades sociales. No es tiempo de deserciones en el interés por lo común, no es tiempo de que cada colectivo, cada persona se ocupe solamente de sus intereses individuales o grupales, ahora toca construir un nuevo modelo social, político, económico, de desarrollo global que incorporando tanto la experiencia histórica como el saber actual resuelvan los problemas y que los conviertan en soluciones para un sistema social justo y acorde con las necesidades de este tiempo.

 

Primero la indignación, después el compromiso, ahora reclamar nuestro protagonismo ciudadano, acabar pronto con las ideas económicas que solo interesan al poder financiero, reivindicar el poder político como fiel representante del interés ciudadano. Reinventar modelos empresariales para que los medios de comunicación dejen de ser rehenes de intereses oligárquicos. Reformar el modelo energético, independizándonos de los poderosos grupos energéticos y favoreciendo las energías sostenibles y la producción distribuida.

 

Economía al servicio de los ciudadanos, que el sistema financiero encuentre la escala adecuada a la economía real a la que debe servir y no estar rendida a los intereses de la economía especulativo-financiera, creciendo de manera monstruosa y alejándose de su objetivo inicial, persiguiendo, casi exclusivamente, intereses opacos, al servicio de muy pocos y a costa de la mayoría social.

 

Compromiso, implicación, reivindicación, acción, cooperación, investigación social, política, económica, mucho esfuerzo científico y tecnológico, abundante inversión en educación, respeto medioambiental y, sin duda,  participación.

 

Esta evolución social, económica y política debe avanzar desde la conciencia individual para inmediatamente traspasar fronteras y convertirse en una gran conciencia social. Evolución psicosocial. Así el futuro no estará condicionado por la incertidumbre y el miedo, armas que tan bien manejan los intereses oligárquicos,  y si dependerá de nuestra dedicación, implicación y acierto, el futuro estará en manos de ciudadanos optimistas y responsables, capaces, seguro, de alcanzar altas dosis de progreso compartido.

 

ERmaná2

 



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