Rafael González Crespo honra la cocina de las abuelas en Siero

Rafael González Crespo honra la cocina de las abuelas en Siero

Siero.- El escritor y exdelegado de Defensa de Asturias, Rafael González Crespo, hizo el miércoles las delicias de los comensales reunidos en torno a la jornada gastronómica de 'La cocina de la abuela', en el Restaurante Lóriga de Pola de Siero, dentro del programa anual organizado por Gustavo Izquierdo.

 

 

Ofrecemos a los lectores el pregón de Rafael Crespo

 

 

Si quisiéramos hacer hoy un estudio sobre las raíces, causas y
consecuencias de la llamada cocina de la abuela, quizás
llegáramos a la conclusión nada científica, pero seguro que
cierta, de que era una cocina ligada a las circunstancias, a la
escasez, imaginativa por tanto y cuya receta sería más o menos
así: Cualquier cosa cocinada con amor, compactada con
paciencia e imaginación y sazonada con tesón y fortaleza que
de todo ello andaban sobradas aquellas abuelas de las que
hablamos, aquellas abuelas de los años difíciles, aquellas
abuelas que sacaron con solo sus manos adelante a familias
enteras, con aquellas manos que no dudaban en darte un
mamporro a la menor de cambio sin que por ello nos quedara
trauma alguno sino todo lo contrario.. Y que mantuvieron unidas
a las familias a toda costa…Abuelas a las que si nos quedara un
mínimo de sensibilidad habría que hacer un monumento en
todos y cada uno de los rincones de España...
Pero si nos dejáramos llevar por la nostalgia, por la ladina
nostalgia que se cuela en nuestras almas con el paso del
tiempo y de las personas que conformaron nuestra vida en
aquellos años en los que con estudiar y jugar ya teníamos
bastante, entonces y pegado a ellas entraría en escena nuestro
imaginario con unos platos que no recordamos, ¿sopas de mil
cosas, croquetas, arroz, pollo, la ternera guisada...? pero que se
deslizaban sobre una mesa de domingo, o de vacaciones, cuyo
postre era la felicidad de estar juntos, de discutir juntos, de
comer juntos…

 

 

Un domingo cualquiera de aquellos años, tenía un ritual,
acicalarse, ir a misa de doce y a continuación a comer a casa
de los abuelos, un corto paseo con los pasteles colgando del
dedo índice y de un lazo, dispuestos a que nos achucharan, a
recibir la propina del abuelo que hacia como que oía el “parte”
para mantenerse ajeno a los reproches de la abuela sobre la
delgadez de los niños...que entonces peso y salud iban unidos y
solo se arrancaba una sonrisa de aprobación de la abuela
cuando ese peso alcanzaba sus estándares de rechonchez que
eran los mismos con los que cualquier paisano llevaba a su
mejor ternero al mercado de la Pola…
A nosotros, los nietos, nos tocaba una parte muy importante de
la representación, poner cara de buenos, mirada de decir”Yo no
tengo la culpa abuela que como todo lo que me echan...”
mirando de soslayo al patriarca de la familia a ver cuando
aflojaba la panoja y llegaba la hora de salir corriendo a gastarla
en la tienda de pirulís y barquillos del barrio…
Hay cosas que ni hoy comprendo bien de aquellas jornadas…Mi
padre al salir entre estrujones y reproches de aquella casa
siempre decía “Estoy hasta los Suevos, los Vándalos y los
Alanos de croquetas y pollo” y mi madre siempre respondía con
mirada candida “Pues la semana que viene vamos a casa de tu
madre…” pero inopinadamente , al domingo siguiente volvíamos
a casa de la abuela materna, papá con cara de vaca mirando al
tren y yo resignado a que me estrujaran porque aquí la paga
estaba garantizada y no estaban los tiempos para
experimentos..
La cosa tenía algunas variaciones si el escenario era el campo,
la aldea, el pueblo, en vacaciones…
Cuando venían a buscarnos la abuela nos mostraba orgullosa
con algunos kilos de más mientras el abuelo miraba con aire
resignado a papá al borde del ataque de nervios sobre todo
cuando la mamá de mamá decía “Este niño se parece cada día
más a nosotros”, coloradito como un guiri el primer día de playa,
con sandalias también como lo guiris ¿Por qué los guiris van en
sandalias aunque sea invierno? Con más cardenales que el
Vaticano que un niño de ciudad en el campo es un patoso
aunque esto lo supe después… Rechoncho, sabiendo que algo
iba a pasar, con cara de “yo no he sido” porque cuando pasaba
algo siempre la colleja me la llevaba yo….y mi padre replicaba
con un taco y una frase ininteligible, algo así como “A mi me ha
puesto aquí el Ayuntamiento o qué” y me mandaba recoger para
marcharnos mañana temprano, como si hubiera algo que
recoger….
Esta generación de mujeres de hierro por fuera y de rosas por
dentro, estas mujeres de raza, un buen día desaparecieron…la
edad decían unos, lo natural decían otros….pero no era verdad,
las abuelas nunca mueren, siempre viven en nuestros corazones
y en nuestro fuero interno sabemos que simplemente se
marchan a un lugar secreto que solo ellas conocen desde el que
nos siguen vigilando…
La realidad es que un buen día el Consejo Mundial de Abuelas se
reunió para estudiar las nuevas tendencias, los avances
equivocados, la modernidad…y tomaron una decisión sin
precedentes por la cual silenciosamente, sin alborotos,
discretamente como había sido su vida, se marcharon a su lugar
secreto y decidieron que hiciéramos lo que nos diera la real
gana. Se rindieron ellas que siempre lucharon, su mundo se le
vino encima y dijeron ¡Basta ¡Demasiadas cosas sobre ellas
como para entenderlas…
¿Qué había pasado? Pues ya lo he dicho, demasiadas cosas, el
butano, la batidora ¿Cómo se puede hacer una mayonesa con
aquello cuando todo el mundo sabía que la mayonesa se hacía a
mano? El frigorífico… ¿A quien se le ocurra congelar la comida?
Los supermercados que acabaron con su modus operandi de
arreglarse cada día para ir a la compra a la tienda de toda la
vida, cruzarse con sus vecinas en un ritual de saludos que
concluía en la cola de la compra, la discusión con el tendero….
Y mañana vuelta a empezar… ¿como se podía comprar en un
sitio en el que casi todo era congelado y además estaba tan
lejos?
Las latas ya no ponían en español lo que era cada cosa que
hasta las sardinas ponían algo así como spanish sardines in oil
the olive y cosas raras como Conservante eu27z- 9j, Edulcorante
39b 54-76 o Consumir preferentemente antes del 12-02-89…
Una olla a presión jamás tendría la paciencia de hacer un buen
pote revuelto a mano y hecho a fuego lento, la comida no podía
salir bien así…
Hubo algún golpe de gracia como el papel albal...ahora las
sobras se envolvían en ese dichoso papel en vez de hacer
croquetas u otras cosas y dentro quince días se tiraban a la
basura envueltos en aquello que ciertamente era más higiénico
y evitaba olores pero que estropeaba igual aquello que se podía
haber aprovechado…
Lo mas determinante fue que la salud estaba relacionada con el
peso como siempre pero con el poco peso algo absolutamente
incierto aunque lo digan los médicos y sobre todo que se
llamara a las gambas con gabardina Volantier au fin poisson de mer.
Por esto si que no podían pasar y no pasaron y en una especie
de ¡iros a la porra ¡tomaron aquella decisión heroica, épica y no
exenta de resignación….la modernidad había acabado con
ellas…
Hoy están contentas...Nos han echado un vistazo y se han dado
codazos de complicidad, parece que van a volver a la comida de
siempre, se dicen, …y es que hoy tomaremos un menú según
sus recetas, hecho con amor y paciencia por gente que ama su
oficio, la gente de esta casa, y ellas se irán a ver el culebrón de
las cuatro, orgullosas y diciendo aquello tan recurrente de “Es
que estos niños tiene un no se qué, que qué se yo, que cuando
los ves , pues eso..”
Había en África unos leones llenos de arañazos, famélicos, que
cada día tenían que ir a la selva a buscarse la comida que no
siempre conseguían…llevaban una vida ciertamente dura...
Un día llegó a sus oídos que en Roma los leones estaban
gorditos, lustrosos y cepillados, que comían todos los días con
poco esfuerzo y que iba a verles comer un señor al que
llamaban el Emperador….
Los más jóvenes, los más decididos, emprendieron el largo viaje
en busca de la vida relajada que les contaban y cuando llegaron
allí pues todo parecía ser como les dijeron salvo que los leones
tenían una cara de mala uva y aburrimiento poco corriente…
Preguntaron el por qué de aquello y uno de los leones les
contestó “No sabéis la pila de bobadas que tienes que escuchar
aquí antes de que te den de comer”
Muchas gracias.
RAFA

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