Confesiones bajo el agua

Confesiones bajo el agua

 

Por Antonio Tuñón.-Parece que la primavera se resiste a llegar y ayer Domingo una vez más el frío y la lluvia hicieron acto de presencia en el principado, y aunque no lo  impidió, sí hizo levemente disminuir los fieles que por cuarto Domingo consecutivo se reunieron para rezar en estos dias de Pascua con el motivo de la ya conocida "Gran Misión

 

 

Desde el atril en las tres plazas, José Luis en Gijón, Chema y Juan Carlos en Oviedo hicieron un llamamiento a la conversión y a la reconciliación.

"Cuando el hombre se separa de Dios, automáticamente se separa del hombre", se dijo a los presentes y "me sentí amado y no juzgado por mis pecados".

El hilo argumental de este Domingo sigue siendo muy similar a los anteriores, la relación entre Dios y el hombre, experiencias de personas que al encontrarse con este Amor, hace que su vida torne con sentido.

En esta ocasión se añadió este acto penitencial, y con la invitación vino la aceptación de varias personas que sintieron la necesidad de confesarse bajo la tormenta que en esos momentos comenzó a arreciar.

¿Quienes son y de donde vienen?,

Palabras como, "encontré la vida con mayúsculas", escuchadas un fin de semana tras otro en personas no exentas de problemas, dificultades y sufrimientos, hacen que los que ajenos a todo ello pasan por allí o escuchan desde los pisos, detengan sus pasos o abran un poco más las ventanas.

Muchos niños y ancianos, que enfundados en  abrigos, bufandas y gorros, no abandonaron el lugar hasta la bendición final.

 

 

 

En esta ocasión, la tromba de agua impidió el baile final de cada día.

 

El Próximo Domingo, la invitación ya está hecha para hacer el cierre, y a buen seguro dejar y dar oportunidad a quien no haya podido aún acudir para escuchar estas palabras de amor y esperanza.

Por sí algún lector aún no ha tenido ocasión de ir ningún día o leer anteriores artículos decir que en la playa de poniente de Gijón y Plaza de Porlier y Plaza de la Gesta en Oviedo a las 12 en punto de la mañana, la Iglesia asturiana abre su corazón  y enseña que existe una forma de ser feliz.

 

 

FOTOS: Pedro y Miguel Martínez Serrano

 

 

 

 

 

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