La Cocina Económica de Oviedo sirve solidaridad en platos calientes

La Cocina Económica de Oviedo sirve solidaridad en platos calientes

En el centro se reparten más de 300 comidas cada día al precio simbólico de 50 céntimos

 

 

Oviedo/Carmen Peláez/AM.-Anoche en la Cocina Económica de Oviedo se sirvieron 92 cenas en un ir y venir febril de un grupo de sincronizados voluntarios en danza solidaria. Y no faltaron las sonrisas y el buen humor.

Voluntarias como Olga e Isabel ya están en el centro de la calle San Vicente antes de las 8 de la tarde. Los platos alineados y listos con tortilla, lechuga y algo de carne. Es el segundo plato de la cena de hoy en este comedor social, como gustan de llamarlo sus colaboradores.

A las 8 en punto se abre la puerta y van entrando las personas que aguardan para tomar una cena caliente a cambio de 50 céntimos muy simbólicos. A modo de autoservicio, los usuarios del servicio pasan con su bandeja por delante de las voluntarias que les llenan el plato de fabada, y cuando se acaba ésta salen las lentejas de la cocina. Si alguien no lo acepta por motivos religiosos, se le sustituye el plato por otro sin carne de cerdo.

El ritmo es frenético y mucha gente ya se conoce. Hay muchos hombres y alguna, muy pocas, pareja entre la gente que va pasando ante los voluntarios y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. La mayoría tienen muy buen aspecto, van aseados y bien vestidos lo que evidencia que la crisis se ha llevado por delante un buen número de vidas normalizadas. Personas que habitualmente tenían trabajo y que ahora enfrentan la disyuntiva de pagar la hipoteca o dar de comer a los suyos.  Aquí hay 92 vidas con otras tantas historias y una crisis en común.

 

Vidas como la de Ángel L.R., que trabajaba en Barcelona y era delegado sindical de Comisiones Obreras en su empresa. Cuando se quedó sin trabajo no pudo encontrar otro y empezó la cuesta abajo. "Cuando entraba en una calle miraba desde la esquina para evitar encontrarme con alguien conocido", recuerda. Para evitar una depresión de la que no pudiera salir dejó la ciudad y se fue a Valencia. Allí empezó a pedir y se convirtió en un transeúnte durante un tiempo que siempre es demasiado largo, "no se lo recomiendo a nadie, aunque hay quien piensa que es una vida fácil y sin preocupaciones, porque creen que es sólo pedir y ya está", explica, "se equivocan mucho, si llegas a un sitio en el que no hay albergue tienes que dormir en la calle, un día con dinero, otro sin nada... hay que ser muy fuerte de cabeza".

 

La vida de Ángel continuó de este modo hasta que una noche, en Avilés, se encontró febril y muy mal físicamente. En el hospital de San Agustín le dijeron que tenía tuberculosis y además "una enfermedad crónica sexual, ya te imaginas". Parecía un golpe mas de la vida, pero la suya cambió a mejor. El año que estuvo internado en el centro de Cáritas de Valliniello para curarse la tuberculosis también le sirvió para "dejarme ayudar, porque a veces no sales de esa vida porque no te dejas ayudar". En su caso, se empadronó y optó a una pensión no contributiva que le permitió alquilar una habitación cuando estuvo recuperado de su enfermedad. Ahora paga su vivienda con la ayuda social y "como y ceno aquí, en la Cocina, dónde además ayudo a las Hermanas durante el día con su trabajo".

 

No es el único que colabora de ésta forma, ante las cocinas hay dos personas más que rehuyen a la cámara. Su trabajo recogiendo bandejas y en la cocina será recompensado con vales para la comida del día siguiente y el sentimiento impagable de estar devolviendo la ayuda "y de estar ganándotelo, haciendo algo a cambio", explica Ángel.

 

 

En apenas cuarenta minutos el comedor ya está vacío, tras tomarse el postre, que hoy es de pasteles con cacao. Afamadas confiterías locales como Ovetus, Balbona, Camilo de Blas y ocasionalmente, Jarama, donan sus excedentes al centro que puede contar de este modo con un postre mas para sus usuarios. "Las donaciones son frecuentes entre éstas y otras empresas y la solidaridad es mucha, aunque siempre parece que hace falta más" explica Sor Esperanza, que lleva un año al frente del centro de Oviedo. La cifra de personas que se acercan por la Cocina no para de crecer, "hoy al mediodía tuvimos más de 150 personas".

 

Lejanos quedan ya lo tiempos en los que acudían 1.000 personas a los tres comedores con los que contaba la Cocina Económica. El que atendía a los estudiantes y trabajadores que estaban lejos de sus casas por 30 pesetas; otro para niños de los colegios y un tercero como el actual en el que los usuarios pagaban 10 céntimos. La que lo recuerda es Marisa, trabajadora del comedor desde hace 40 años y por cuyas manos han pasado miles y miles de platos calientes y otras tantas historias. "En 2002 se quitó el comedor destinado a los estudiantes", recuerda, " y se unificó todo en una sola sala en la que caben 96 personas de cada vez, pero con una rotación muy alta porque comen en apenas diez minutos".

 

De aquel centro de comidas sencillas pero nutritivas y económicas para todos que permitió darlo a conocer a la sociedad se ha pasado a un comedor social que atiende cada día a personas que no pueden permitirse un plato caliente en su casa, si la tienen. No parece que la evolución de la sociedad local haya ido a mejor, pero aquí no cunde el desánimo durante mucho tiempo porque como dice Ángel,el sindicalista, "si la prima de riesgo está bajando y el Ibex ya está por encima de los 8000...". 

 

 

 


4 comentarios

  • # RamonPG Responder

    04/10/2012 12:32

    ¡¡Ah Virxen!! ¿Onde vamos? ¡¡Daquien que pare esto!! Si se meten sindicalistes na Cocina pechará d'arreu. Un puquiñín de por favor ...

  • # Anónimo Responder

    05/10/2012 08:42

    Muchas gracias por enseñar la labor de la Cocina Económica.

  • # JIM Responder

    05/10/2012 22:03

    Un ejemplo de solidaridad para todos

  • # jentes buenas tienen que vivir eternamente Responder

    26/01/2013 18:29

    Que Dios os acompañe, siempre y siempre

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