Angola, puerta de entrada al África Subsahariana

Angola, puerta de entrada al África Subsahariana
Una nutrida delegación argentina vuela mañana sobre el Atlántico Sur rumbo a Luanda, capital de Angola. Complementa la misión de principios de marzo comandada por el canciller Timerman y el secretario de Comercio Interior Moreno.

Los 7.763 kilómetros de vuelo sobre el Atlántico Sur que separan a Buenos Aires de la capital angoleña Luanda van a ser recorridos dos veces en apenas dos meses. En el medio, el presidente del país asiático estuvo de visita en Argentina.

“Respecto de la misión a Angola, lo que puedo decir es que ese país, si sigue logrando estabilizarse políticamente, va a ser uno de los más importantes de su continente”. Esto fue lo primero que le dijo a Miradas al Sur Gladys Lechini, investigadora del Conicet, especialista en relaciones internacionales, autora de varios libros sobre los vínculos entre África y Argentina.

Según el semanario, que destaca la importancia del eje Sur-Sur, la estabilidad política que mencionó se refería a la historia reciente. Angola se independizó de Portugal en 1975 y se sumergió en una guerra civil que duró más de 27 años, hasta 2002.

“El final de la guerra, sumado a los precios de las materias primas, implicaron el comienzo de un crecimiento económico sostenido. El promedio de todo el continente ha sido de un 5% anual los últimos años”.

En el caso de Angola, el último dato del Banco Mundial indica que el incremento de su PBI, en 2010, fue de un 6%.

 Ezequiel Escudero, coordinador del Programa África del Centro Argentino de Estudios Internacionales (Caei), señaló acerca del país africano: “Es el segundo productor del petróleo del África subsahariana, detrás de Nigeria. Además, son ricos en minerales de todo tipo. No tienen la cantidad de coltan que hay en el Congo pero también son productores importantes”.

 El coltan –también conocido como oro gris– es un mineral que se usa en la fabricación de una serie de objetos de la vida cotidiana: celulares, plasmas, lentes para las cámaras fotográficas y hasta material quirúrgico.

 Sobre las posibilidades argentinas en Angola, Lechini subrayó que “tantos años de guerra dejaron un país arrasado. Importan casi todo, hasta el agua mineral. De hecho, gran parte de la renta que consiguen con el petróleo se va en importaciones. En cuanto a lo que exportan, además de crudo, hay diamantes y minerales. Podría decirse que nuestras economías son complementarias”.

“Además –remarcó Escudero–, la actual crisis internacional ha generado la necesidad de buscar mercados alternativos y la revitalización del eje Sur-Sur. En ese marco, Angola es una puerta para toda el África subsahariana”.

 Y el África, así lo indican los números aportados por Lechini, es estratégica en el comercio exterior argentino. En 2001, las exportaciones a ese continente fueron de 1.275 millones de dólares; en 2010 se ubicaron en 4.000 millones. Si se toma como referencia Angola, las cifras indican que en 2001 se exportaron 18 millones de dólares y, en 2010, unos 150 millones. Lo central de este último dato no es el número sino el incremento: 800% en una década. Pero el asunto no termina ahí.

El intercambio con esa zona del mundo es sumamente favorable para la Argentina. En 2010, las importaciones desde ese continente fueron por 400 millones de dólares. Es decir que el superávit con África, ese año, fue de unos 3.500 millones de dólares. Esta cifra representa el 30% de todo el superávit de 2010, un dato que omitieron la mayoría de las coberturas periodísticas que se ocuparon del viaje de Moreno.

El pasado. Las relaciones de Argentina con África tienen historia. Lechini y Escudero coincidieron en que uno de sus rasgos es la inconstancia.

“Podríamos decir que fue una política por impulsos –remarcó Lechini–. Arturo Frondizi, por ejemplo, envió una misión diplomática en 1961, cuatro años antes de que lo hiciera Brasil. El tema es que no hubo continuidad. Raúl Alfonsín también tuvo, hasta cierto punto, una política hacia África, pero luego se interrumpió”. Lechini y Escudero coincidieron en que el momento de mayor enfriamiento fue durante la década del ’90.

“El alineamiento automático con Washington implicó un alejamiento de varios países del África, en particular los del sur –dijo Escudero–. Las ‘relaciones carnales’ potenciaron la idea de fortalecer los lazos con los países que tuvieran una posición similar frente a Estados Unidos, y muchísimos estados africanos son miembros permanentes del Movimiento de los No Alineados”.

 Los No Alineados nacieron a mediados de la década de los ’50. Eran decenas de naciones, en su mayoría del Tercer Mundo, que no querían tomar una postura rígida frente a la guerra fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. En clave peronista, una especie de tercera posición.

 Volviendo a los ’90, la postura argentina frente África tuvo consecuencias muy concretas. Una de ellas, contó Lechini, fue que durante esos años se cerraron varias embajadas.

En esa lista están las sedes diplomáticas de Etiopía, Costa de Marfil, Gabon, Zimbabwe y el Congo, entre otras.

Brasil

A modo de comparación, Brasil, que ha tenido una política más constante, tiene 37 embajadas en ese continente. Esta comparación necesita de una salvedad. Brasil tiene una relación socio-cultural histórica que no puede trasplantarse. Ejemplo: de los 4 millones de esclavos que se calcula que salieron de Angola hacia el resto del mundo, la mayoría tuvieron como destino el entonces Reino del Brasil.

 La posición argentina frente al África, según Escudero, se revirtió a partir del ciclo kirchnerista. “Está asociada a un cambio de postura en general, al relanzamiento de las relaciones con los países del Mercosur y a la política de Brasil hacia ese continente. Todo viene ligado”. Escudero mencionó algunos hitos de este cambió: la visita del presidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, a la Argentina, en 2005; la apertura de la embajada en ese país africano, que fue el mismo año; el relanzamiento en 2007 de la zona de cooperación del Atlántico Sur, y ahora la nueva misión.

La mirada africana. Es inevitable tratar de ubicar la mirada desde el punto de vista africano. Digamos: ¿qué beneficios tiene para ese continente y para un país como Angola la profundización de los lazos con Argentina?

 “A ellos les interesa diversificar sus relaciones políticas y comerciales –señaló Lechini–. En el caso puntual de Angola, sus vinculaciones con Brasil son muy intensas. La empresa constructora más importante del ese país es brasileña. Justamente por eso están interesados en estrechar vínculos con otros países, como Argentina. Y, como dije, es un país que en este momento necesita importar de todo”.

 “La coordinación y cooperación frente a otros bloques es una cuestión central para toda África –dijo Escudero–. El colonialismo europeo y las relaciones comerciales que les impusieron cuando dejaron de ser colonia explican mucho de la pobreza en esos países. Para ellos, poder coordinar posiciones con Argentina en la OMC y en otros organismos es muy importante, sobre todo frente a las negociaciones con Europa.”

 También hay datos importantes para Argentina desde el punto de vista geopolítico. “A la malvinización de la política exterior de nuestro país le viene bien una mejor relación con África –remarcó Lechini–. En 1982, la dictadura buscó el respaldo de estos países y no lo encontró, entre otros motivos, porque los africanos dependían más de su vínculo con las metrópolis europeas”.
 

La puerta de entrada a Africa subsahariana

Una de las muletillas que se usaron para criticar el acercamiento hacia Angola fue preguntar si el destino de Argentina estaba en la relación con África. Más allá de sensibilidades políticas, los datos concretos dan una respuesta sólida a ese interrogante: sí, sin dudas. Parte del futuro del país pasa por apostar al eje Sur-Sur.

La investigadora Escudero destaca los cambios en las relaciones de fuerza que se están produciendo en el mundo, que se profundizaron con la crisis que viven los países centrales.

Llevado a números lo plantea así: “La crisis empuja a los emergentes a buscar mercados alternativos. En 2002, el comercio con África representaba el 4% de nuestras exportaciones, y el año pasado fue cerca del 7%. Hay estudios que señalan que para 2015 será el 12. Por lo tanto, mientras los países de África vayan logrando cierta estabilidad política, la relación tiene todo para crecer.”

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