El elefante de ojos azules

El elefante de ojos azules

En la peor sequía del siglo, una cebra y un elefante solitarios se encontraron haciendo el camino del agua. Juntos recorrieron, durante meses, la árida sabana siguiendo el curso seco del río. Cada diez kilómetros solían encontrarse con una pírrica charca de pocos palmos, lodazada y espumosa en sus orillas. Ambos bebían sin peros, mas la cebra lo hacía con los ojos cerrados y concentrada en saciar su sed para seguir en busca de lo que su manada llamaba “el agua infinita”. El elefante absorbía el líquido con la trompa y, mirando al cielo con la cabeza hacia atrás, notaba cómo bajaba por su garganta mientras sus ojos degustaban un lienzo azul y luminoso que le hacía desatender al sabor a tierra y orines.

 

-Mira cebra, qué cielo tan azul, es maravilloso – Dijo el elefante.

 

-Te lo he dicho millones de veces, paquidermo, no te distraigas – Le recordó la cebra sin levantar la cabeza de la charca- Debes tener presente siempre el objetivo, el gran pozo – La cebra le indicó con el morro la dirección que debían seguir- Yo nunca me distraigo, sé lo que quiero, quiero el agua infinita, por eso tengo los ojos negros, para recordarme en todo momento el color del gran pozo sin fondo del cual beberemos hasta explotar como burbujas gigantes. Yo ya no veo azules ni rojos ni verdes, sólo veo la oscuridad de un horizonte monocolor, sólo de agua en el mar y de agua en el cielo.

 

- ¿Y qué harás, cebra, cuando se hayas bebido hasta hartarte?- Le preguntó el elefante.

 

-Pues vivir, paquidermo, vivir- Le respondió segura la cebra.

 

-Y, a parte de agua, ¿qué otras cosas maravillosas habrá allí que no esté viendo yo ahora? – El elefante alargó la trompa hacia los restos de la luna de la noche anterior - ¿Habrá un cielo mejor?

 

-Por supuesto, todo será mejor- Dijo una firme cebra a un elefante que le costaba creer que hubiera un cielo mejor que aquél, a no ser que fuera un cielo con llovizna de miel y nubes afrutadas – Tu problema es que te distraes, amigo mío, esos ojos azules que tienes te hacen ver cielos cuando deberías centrarte en caminar y agachar la cabeza para cortar el viento.

 

-Yo nunca he ido más lento que tú, cebra, es más, recuerda la vez que nos perdimos porque te empeñaste en no levantar la cabeza del camino durante todo el día y sólo decías “vamos, vamos, vamos, camina, camina, camina”; dimos 3 vueltas en círculo.

 

Un mes después llegaron al delta del río. El elefante bebió de los centenares de charcos mientras se echaba agua por la cabeza mirando a un cielo que había estado allí desde los días del desierto. –Esta agua acompañará a mi cielo azul.

 

La cebra siguió su camino ciegamente con paso firme hasta adentrarse en el mar. Le asombró que el agua estuviera salada y dedujo que el pozo sin fondo estaba más adelante. Siguió caminando mar adentro. Ya era tarde para dar la vuelta y decidió avanzar hasta que el agua se hizo tan negra como sus ojos premonitorios.

 

Todo el mundo tiene la capacidad para extraer felicidad de su presente y orientarse hacia la mejora de su futuro, sin embargo lo que nos hace verdaderamente felices suele estar presente en la mayor parte de años de nuestra vida. En muchos de esos años fuimos cebras y en el final de la ruta nos arrepentimos de no haber sido elefantes de ojos azules.

 

Espero que os haya gustado y deis vuestras aportaciones.

 

Un abrazo

José Ángel Caperán

 

Twitter @Jcaperan

jacaperan@gmail.com

10 comentarios

  • # J.L. Responder

    10/04/2012 15:24

    Como dice Punset, la felicidad está en la antesala de la felicidad. Enhorabuena por el blog, lo sigo con gran interés.

  • # Marián Responder

    10/04/2012 17:55

    Nunca es tarde para convertirse en un elefante de ojos azules. No importa si alguna vez fuimos cebras con ojos negros, lo importante es darse cuenta y empezar a cambiar el color de nuestros ojos y empezar a mirar las cosas con nuevos ojos.

  • # sofi Responder

    10/04/2012 18:02

    Es una historia preciosa. Recoge una moraleja que seguro todos hemos oído a nuestros mayores. Sin embargo, qué difícil resulta hacerles caso. ¿Por qué habrá cosillas que, aún reconociendo su escasa importancia, nos quitan el sueño? Un saludo.

  • # José Ángel Caperán Responder

    11/04/2012 13:17

    Muchas gracias J.L, Marián y Sofi. La felicidad es una actitud no un hecho. Nunca lo tendremos todo ni se darán las circunstancias para ser plenamente felices sin hacer un esfuerzo por nuestra parte.

  • # J.L.R Responder

    11/04/2012 17:53

    Es todo muy cierto y real, y nos pasa a muchos, pero es tan difícil ser elefante, creo que cuando nos demos cuenta, andaremos con bastón...

  • # lorax Responder

    13/04/2012 12:28

    Me encanta el blog. Me ayuda mucho y los dibujos son geniales!

  • # José Ángel Caperán Responder

    13/04/2012 21:51

    Gracias JLR y lorax, el hecho de que os sirva de orientación me anima seguir escribiendo. Un abrazo

     

  • # Mara Responder

    16/04/2012 17:52

    Cada vez q siento q me hundo, pienso en el elefante y miro al cielo y a mi alrededor para no perder nada de lo bueno q me ofrece la vida. Caperan esta fabula es de las mejores q has escrito para mi al menos. Enhorabuena y gracias

  • # José Ángel Caperán Responder

    17/04/2012 08:30

    Gracias Mara! Seguiremos subiendo el listón a ver si se puede. Un abrazo!!!

  • # patri romero Responder

    26/04/2012 21:51

    Efectivamente la felicidad es actitud, todo depende donde uno poco el enfoque si en lo bueno o en lo malo. Esta al alcance de todo el mundo solo es querer y ser consciente. Un abrazo a todos y gracias por vuestras palabras.

Dejar un comentario

captcha