Mapa físico de Gijón

Mapa físico de Gijón

Escribo al límite del penúltimo día de esta edición de la Semana Negra, a la que le han salido seis novias, algunas de ellas viudas y otras de buen ver. Las ciudades son como la vida misma, no maravillosas sino peligrosas. Si me dan a elegir una para trasladar el tren de PIT 2 no les diré cuál. Ni caeré en la facilidad rotunda de decir Gijón.

Gijón es una ciudad capital de sí misma en el norte de España. Suele tener alrededor de 300.000 habitantes y es conocida en su país por su equipo de fútbol y la escalerona, una de las estructuras peatonales (la más famosa) que lleva del paseo marítimo a la playa. A quienes se salen de amor por ella se les denomina playos. A veinte minutos de Oviedo y no muy lejos del aeropuerto es recomendable no tomar la autopista denominada i griega, sobre todo si es muy tarde. El clima es extremadamente agradable, llueva o no llueva, y a los fuegos artificiales siempre van un millón de personas, no necesariamente las mismas, pero aproximadamente. En invierno también se baña la gente en el mar. Al margen de Jovellanos, en la villa ha nacido gente muy conocida y a veces admirada, y aunque parezca mentira ni Quini ni Juan Cueto nacieron en Gijón. Son de Oviedo, mal que les pese. Hay también gijoneses universales y playos de Bimenes, por ejemplo. Son universales no porque los conozcan en todo el mundo, sino porque conocen a casi todo el mundo, y si no, se lo inventan. Había un sitio que se llamaba El Indio, creo, donde se escuchaba la mejor música de la cornisa. Por supuesto hay restaurantes muy recomendables, pero no citaremos nombres. Y Garci, que también es de fuera, ganó un Oscar. Tampoco diremos si merecido o no, pero a mayor gloria de Gijón. Uno de estos gijoneses universales que decíamos es el asturmex Paco Ignacio Taibo II (que para ser II hace falta el I), un tipo rotundamente peligroso, el gran impostor que ha colocado a la ciudad en el mapa invisible de la felicidad. No es preciso entrar en la polémica. Lo mejor es salir, pero sin marcharse. La Semana Negra no es Woodstock, ni Canet, pero debe centrarse muy a pesar de su tolerancia y de su ciudadanía universal. La Semana Negra se apellida Gijón, y si no se oscurecerá poco a poco, como las lágrimas falsas. Esa columna invertebrada ya pasó de padres a hijos, y no me refiero sólo a los Taibo. El meneo de barrio a barrio, de Poniente a Viesques, es natural en esta ciudad que limita al norte con Londres y al sur con Mieres. Lo temerario, como su propio nombre indica, sería el traslado a otro mundo, a otro país, a otra ciudad. La Semana Negra se sentiría extrañamente extraña en otro mapa. No tiene sentido el viaje a la agonía. Cazador blanco, corazón negro.

1 comentario

  • # la bella Responder

    05/03/2013 22:16

    me parece muy bien aunque no lo he leido jajajaaa

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