Nadie se apiada de la sufrida clase media

   Hace unos años llevaba a mi hijo pequeño andando hasta el colegio al que él asistía, por hallarse éste relativamente cerca de nuestra casa. Solía atajar cogiendo un camino de carro que pasaba entre varias parcelas de terreno en las que algunos campesinos y hortelanos cultivaban hortalizas para cubrir las necesidades de sus familias. Entre estos campesinos había uno llamado José con el que además de cambiar los educados buenos días, de vez en cuando me detenía y charlábamos. Era un hombre sin estudios universitarios, pero muy sensato, inteligente y con buena crianza, pues jamás empleaba palabrotas ni tacos, de los que tanto abuso se hace hoy en día, especialmente en el cine dando con ello malísimo ejemplo a los menores.

        José, a menudo se quejaba de lo mal que estaba la agricultura para los pequeños agricultores, pues las grandes compañías consiguiendo enormes producciones y pagando salarios bajos, en colaboración con los intermediarios les habían arruinado inundando los mercados con sus productos.

       En cierta ocasión tocamos el tema de la política y él me dio su parecer, parecer que expongo aquí por si se da el caso de que alguna de las personas que lean este modesto escrito mío estén de acuerdo o en desacuerdo con él.

      —Yo he dejado de votar, ¿sabe usted? Después de cada elección quedo convencido de que, igual vencedores como perdedores, han tomado el pelo a los votantes, se han burlado de ellos y les han traicionado mintiéndoles. Si ganan las elecciones los que dicen mirar por los pobres, les dan a éstos un caramelito para contentarles, se quedan ellos con la tarta y, con la excusa del caramelito vacían las arcas del estado. Si ganan las elecciones los que son acusados de favorecer a los ricos, empiezan a exprimir al pueblo para pagar la enorme deuda que ha dejado el gobierno anterior. Total, que si mandan unos, los pobres todo lo que obtienen es un caramelito, y si ganan los otros los pobres siguen igual y la martirizada clase media queda condenada a pagar la deuda anterior. Así que, gobierne quien gobierne los pobres siguen siéndolo y la clase media sigue pagando el pato.



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