Decadencia de UPyD

Observando los distintos sondeos de opinión publicados, lamentablemente, todos los ciudadanos coinciden en destacar la tremenda desafección existente hacia los partidos y clase política, reforzada recientemente con la aparición del privilegiado clan de “los jetas de las tarjetas”, entre cuyos miembros más distinguidos se encuentra el Excelentísimo Sr. Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno de España y ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI). Oyendo sus declaraciones y justificaciones ante el juez, similares a las del ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, producen verdadera repugnancia. Esperemos que terminen esclareciéndose todas las fechorías cometidas por los 86 consejeros y altos directivos de la entidad, sean juzgados, condenados y por lo menos que devuelvan todas sus apropiaciones indebidas.

     Retornando al mencionado descrédito político general, aunque de distinto tipo, se ha producido en UPyD un hecho deleznable protagonizado por su presidenta, Rosa Díez, 62 años, administrativa y funcionaria de la Diputación Foral, consistente en la decisión tomada por el Consejo Político de dicho partido, aprobando una norma autorizando al Consejo de Dirección a cambiar los portavoces de los grupos parlamentarios, y todo ello, decidido 30 minutos antes de que la citada Díez destituyese de un plumazo a Francisco Sosa Wagner como portavoz del Parlamente Europeo, siendo el motivo de dicho cese, la osadía cometida por Sosa Wagner proponiendo el mantener conversaciones para poder llegar a un acuerdo político con “Ciudadanos”, y que de paso sirva como aviso a navegantes para todo el que ose actuar por su cuenta desobedeciéndola, sepa que sus días en el partido estarán contados.

     Actos como el comentado, denotan que la calidad democrática observada por nuestros partidos en general, y en este caso por UPyD en particular, dejan bastante que desear. Creíamos que las famosas purgas pertenecían al pasado y es un error, dado que en la formación magenta, donde cada día crece el número de disidentes, dichos modos se vienen aplicando prácticamente desde su creación y con todo rigor. Un líder político, por coherencia, jamás debe recurrir a estos procedimientos para demostrar su autoridad, y si acude a tales depuraciones, está indicando que carece de tal atributo. La torpe negativa a admitir discrepancias, solo sirve para poner de manifiesto total ausencia de flexibilidad y tolerancia cero. Muy propio de comportamientos pertenecientes a épocas anteriores; algo similar a la tendencia a rodearse de un grupo de incondicionales, que normalmente terminan siendo odiados por la militancia: Lozano, Cantó, etc.

     A tenor de los últimos acontecimientos acaecidos en UPyD, en la mayoría de los casos propiciados por la equivocada dirección de Rosa Díez, el partido se está resintiendo de forma considerable, con abandono masivo de militantes y el consiguiente deterioro. La sociedad ya no considera a esta formación como alternativa al bipartidismo de PP y PSOE y su portavoz  solo aparece en la prensa, digital y de papel, para ser criticada por su desafortunado proceder. Esta señora sigue demostrando aversión a los pactos, única forma de encontrar la recuperación, pero su intransigencia y autoritarismo impiden que esto ocurra, unido al temor que le causa incorporar a un líder de la categoría de Albert Rivera que pueda ensombrecer su imagen, e incluso el perder su puesto.

     Días atrás, en una tertulia a la que fue invitada Rosa Díez, a preguntas de algún periodista por la desafortunada salida de Sosa Wagner, se limito a contestar con evasivas, sin aportar justificaciones creíbles, negando todo tipo de acusaciones y con su desagradable talante de siempre. Es muy fuerte que un político de la talla del catedrático Sosa Wagner afirme que “abandonó el partido para recuperar la libertad”, renunciando a su acta de diputado europeo y solicitando la baja en el partido.

     Nadie cuestiona que cada partido está interpretando la llamada “regeneración democrática” de acuerdo con su peculiar criterio, que en ocasiones se limita a una rimbombante  declaración de intenciones para sumarse al carro de las buenas intenciones pero nada más. Todo indica que en el caso de UPyD, con su líder a la cabeza, si mañana decidieran su disolución y la desaparición de la política, no serían multitud los desencantados y quizá bastantes más los que aplaudiesen tal decisión….Tiempo al tiempo.

 



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