Fuera del euro también hay vida

Fuera del euro también hay vida

Por Josep Puig/econonuestra.-Con la presentación de los presupuestos generales del estado nos enteramos de que tendremos que pagar 29.000 millones de euros por los intereses de la deuda y que nuestra deuda aumentará en 36.800 millones, hasta alcanzar 628.900 de euros, el 80% del PIB.

En circunstancias de recesión, todos sabemos que el estado debe endeudarse pero la cuestión fundamental es a qué precio y con qué perspectivas. La perspectiva fundamental es volver a crecer, y crecer de otra manera. Al no tener ya moneda propia, España se encuentra en una situación típicamente colonial: Debe comprar deuda en la misma moneda que la metrópolis, pero a un precio cuatro o más veces superior del que paga esta.

Los brujos hablan de las fuerzas ocultas de los mercados, cuando lo que tenemos es un negocio escandaloso. Un capital,  a menudo prestado, asegurado, invertido en deuda pública se recupera en pocos años sin ningún esfuerzo. El Banco Central Europeo no es tal banco central y la regulación injusta del mismo permite que los bancos compren deuda del BCE al 1% y se la vendan al estado español al 5%, pero no permite el acceso directo gubernamental. Cuanto más alta la prima, mayor el negocio de fondos de especulación. Quienes hacen compras al descubierto, quienes  hacen un negocio astronómico jugando a la baja de la deuda pública.

Probablemente con mucho cinismo, y contando con la ignorancia de muchos, se diseñó el plan europeo de estabilidad ajeno a la economía real: tanto por ciento de deuda pública, tanto por ciento de déficit, y el milagro se hace. Pero las finanzas públicas son inseparables de las privadas. El pasajero equilibrio presupuestario español tenía otra cara, el endeudamiento permanente de empresas y particulares.

 

Cuando la banca comercial juega un papel tan importante en la creación de moneda, no sirven coeficientes abstractos de la realidad. Solamente un presupuesto público fuerte puede contrarrestar los desequilibrios que resultan inevitables entre países de naturaleza distinta, pero con la misma moneda. Estados Unidos es un país muy descentralizado pero a pesar de ello el gobierno federal decide sobre un presupuesto que supone aproximadamente un 20% del PIB, y así ha podido superar la crisis financiera.

Aquí se plantea la segunda parte de la cuestión: con qué perspectivas se endeuda España. Es cierto que el gasto público en España se acerca al 40% del PIB, pero el presupuesto de la Unión Europea es del 1,1% de la zona de la unión. Es decir, el presupuesto en euros “legales”, los del presupuesto UE,  es insignificante y no permite armonizar las economías de la moneda única. Es un endeudamiento sin perspectiva de crecimiento, y solamente con el crecimiento más inflación habrá posibilidad de devolución.

Es evidente que quien saca más ventaja de la moneda única es, primero, quien domina el mercado interior con sus productos, una vez ha destruido a los competidores, y, segundo, quien exporta mejor fuera del área euro gracias una moneda devaluada en relación con la que tendría, si tuviera moneda propia.

La situación es insostenible y nadie apuesta por la continuidad de una moneda que nació falta del fondo presupuestario imprescindible, es decir, de unos presupuestos federales con masa crítica para armonizar economías y contrarrestar movimientos financieros.

De lo que ahora se trata es de establecer el procedimiento menos traumático para la disolución de la moneda única, dado que la Alemania de Merkel no está dispuesta a aumentar el presupuesto europeo, sino que exige su reducción. Sin duda, la solución menos traumática sería que Alemania y sus anexos abandonaran el euro, dado que el resto de economías tienen problemas parecidos. Quedaría el euro de los pobres.

Sin embargo, la solución más probable es que España y los otros gitanos, GIPSI, abandonen el euro. Un abandono que tiene que ser ordenado y que tiene que ir unido a la reestructuración de la deuda para evitar males mayores.

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