—¡Abuela, abuela!, ¿cómo es posible que el abuelo y tú vais a celebrar mañana vuestros cincuenta años de feliz matrimonio y mis papás se han divorciado después de cinco años de casados?
—Ay, hijito, porque nosotros venimos de una época en que si algo se rompe se repara y se sigue adelante.
—¿Y reparar es bueno, abuela?
—Ay, hijito, eso dependerá de si tiene arreglo o no la cosa que se quiere reparar. Todas las roturas no son iguales.
—¿Entonces la rotura de mis papás es de las que no tienen arreglo?
—Ay, hijito, eso tendrás que preguntárselo a ellos, a tus papás.
El nieto curioso se separó de su abuela con la misma confusión con que se acercó a ella. Y pensó en cuanta razón tenía Peter Pan queriendo mantenerse niño para siempre.