Nadie afirma, tajantemente, con respecto a los artistas, si éstos nacen o se hacen. Lo mismo podríamos decir de los monstruos faltos de sentimientos que por motivos fanáticos, religiosos, políticos o de cualquier otra índole, mutilan, torturan y matan a sus semejantes creyéndose héroes por cometer tan execrables, imperdonables asesinatos, con el aplauso, la honra y la exaltación de quienes piensan igual que ellos.
Hoy, pasados diez años del 11-M. es un día en el que debemos sentir admiración y ensalzar a toda esa multitud de personas anónimas, humanitarias, que prestaron inmediata ayuda a los damnificados por la más terrible masacre que ha sufrido nuestro país.
Hoy deberían avergonzarse y sentir nuestro repudio todos los partidos que pretendieron, ese luctuoso, catastrófico día, y posiblemente consiguieron, un rédito político a costa de esa espantosa tragedia.
Hoy, especialmente, debemos condenar a todos esos viles monstruos con apariencia de seres humanos, que elogian, honran y fabrican monstruos capaces de asesinar en masa a sus inocentes e indefensos congéneres.
Hoy, yo personalmente, opino que todo aquel que no esté del lado de las víctimas de atentados y masacres, tiene también algo de monstruo. Y si hay un Dios de algún tipo, que se apiade de los inocentes y condene justamente a los verdugos, tanto a los de acción directa como a los que los crean desde la sombra cobarde, deshumanizada y homicida.