Cuando la parca pela a guadaña la vida de un ser humano, con su definitivo cierre categorial, ocurre que si esa persona tiene transcendencia pública, por su éxito en la trayectoria vital o empresarial, todo se vuelven cábalas y valoraciones a tiempo pasado.
Nada más lejano a mí que hacer una reflexión generalizada en horas de pesar por la pérdida de José Bernardo. Así fue y así es. Un hombre lleno de energía, desde que llegó de su pueblo natal, igual sin mil duros en el bolsillo, hasta que navegó por mares en un barco al que tanto quiso. Sus comienzos como trabajador de reputados establecimientos hosteleros, algunos ya idos, como Marchica; su progresión a fuerza de enterrar y empeñar horas y horas sin cuento ni final, como tantos empresarios en su gremio. Y su tenaz voluntad de hacer. A él y a su familia, respeto.
Ahora se ha ido. Descansa en paz.