“Campeona de la juventud” de las Naciones Unidas, la actriz y cantante estadounidense Monique Coleman, de 31 años, tiene por misión sensibilizar al público joven al diálogo y la comprensión mutua, temas principales del Año Internacional de la Juventud (agosto de 2010-agosto de 2011). El 14 de junio Coleman visitó la sede de la UNESCO en París. Con motivo de esta visita, publicamos la entrevista con Monique Coleman realizada por Katerina Markelova y que aparecerá en el próximo número (julio-septiembre 2011) del Correo de la UNESCO.
En noviembre de 2010, las Naciones Unidas la nombraron “Campeona de la juventud”. Tres meses después inició una gira mundial. ¿Con qué objetivo?
Mi gira tiene una finalidad personal y, a la vez, persigue objetivos relacionados con el Año Internacional de la Juventud. Hay momentos de la vida en que una debe salir del cascarón, renunciar al entorno familiar y salir a ver el mundo a través de la mirada de los demás. En Estados Unidos tengo la impresión de que mi visión del resto del mundo es demasiado estrecha. Además, en mi condición de campeona de la juventud y de persona humana pura y simplemente, nunca habría podido hablar realmente de la pobreza sin haberla visto con mis propios ojos, ni tampoco de la increíble inventiva de los jóvenes sin haber ido a su encuentro.
Los jóvenes han estado en primera línea en los levantamientos democráticos del mundo árabe. ¿Ha modificado esto la visión de su misión?
Estaba previsto que la primera etapa de mi gira fuera Túnez, pero justo el día en que iba a viajar estallaron las revueltas. Por motivos de seguridad decidimos modificar el itinerario. Uno de los cometidos de mi gira era tratar de lograr que los jóvenes hablaran de sus problemas, antes de que éstos se agravaran y provocaran disturbios.
Los jóvenes se rebelan porque su vida sólo ha sido sufrimiento y porque sus padres y familias sólo han conocido el dolor, las guerras y los padecimientos. No son destructivos. No se les puede reprochar el que actúen como lo están haciendo, pero deben comprender que la lucha pacífica es el mejor medio para alcanzar sus objetivos. Yo les recuerdo continuamente el ejemplo de tres grandes figuras: Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela.
El pasado mes de febrero estuve en Filipinas, el día de la celebración del 25 aniversario de la revolución pacífica que derrocó al régimen dictatorial de Fernando Marcos. Hombres, mujeres –incluso las embarazadas– y niños…, todos se rebelaron con un mismo objetivo. Y no hubo víctimas. Ese tipo de revoluciones es el que me gustaría alentar.
En su programa de entrevistas en línea “Gimme MO” (“Póngame con Monique”) usted suele subrayar el formidable poder de expresión que Internet ofrece a la juventud.
“Gimme MO” es efectivamente una plataforma, destinada a los jóvenes, que sirve para intercambiar ideas acerca de todo aquello que se tiende a silenciar o se aborda con una óptica distinta. También entrevisto a famosos, sabios y personas que he conocido. La meta principal del programa es mostrar a los jóvenes que, en el fondo, las personas que admiran no difieren mucho de ellos mismos. Otra meta es combatir los prejuicios. En Australia, entrevisté a una joven refugiada musulmana de 21 años en una vivienda social de Melbourne. Llevaba velo y rechazaba de plano el cliché de que las mujeres musulmanas están oprimidas y no pueden expresarse.
Los jóvenes que está conociendo en su gira, ¿son iguales en todas partes o difieren de un país a otro?
Los jóvenes del mundo entero –dice riendo– se parecen realmente muchísimo. La verdadera diferencia es que en los países en desarrollo están muy sensibilizados a los problemas mundiales. No tienen otra alternativa, porque tropiezan directamente con ellos desde el mismo momento en que salen de su casa para ir a la escuela. En cambio, en los países desarrollados los jóvenes suelen estar menos al tanto de lo que pasa en otros lugares del mundo. Están más bien obsesionados por sus pequeñas historias personales.
¿Qué cuestiones acucian más a los jóvenes?
En Australia, por ejemplo, lo que más cuenta para ellos es cobrar autoestima, aceptarse. Un enorme problema en este país es el gran número de suicidios juveniles. En cambio, en un país como Bangladesh ocurre en cierto modo todo lo contrario. Se me han quedado grabadas en la mente estas palabras de un estudiante bangladesí: “Cómo se puede abrir los ojos a la gente de los países desarrollados cuando lo que quiere es acabar con su vida, mientras que aquí estamos luchando por nuestra supervivencia”. Esta frase lo dice todo.
Lo que no cambia de un país a otro es que cada joven trata de hallar su sitio en el mundo. Me esfuerzo por explicarles que sus posibilidades son ilimitadas y por convencerles de que todos ellos tienen un gran valor y potencial, sean cuales sean su condición personal, su clase social, su religión o su situación, privilegiada o desfavorecida. Todos tenemos que vencer los obstáculos con nuestros propios esfuerzos y ayudándonos mutuamente a un tiempo.
No tenemos forzosamente por qué aspirar a transformar de golpe el mundo en su totalidad, basta con que tratemos de cambiar todo lo que no funciona allí donde estemos. Si cada uno propone soluciones a los problemas planteados en su pequeño mundo, acabaremos transformando el universo entero.
¿Piensa seguir apoyando a los jóvenes cuando termine el Año Internacional?
¡Por supuesto! Lo que estoy haciendo ahora es sólo un comienzo. Quiero dedicarme mucho más a fondo a “Gimme MO” para que se convierta en una plataforma televisiva, en un sitio interactivo dotado con todas las nuevas tecnologías. En mi carrera artística quiero utilizar el espectáculo, que es un medio formidable para difundir mensajes. A menudo, cuando pregunto a la gente por qué contrajo un compromiso, se afilió a una organización o se apasionó por una causa, me dice que la chispa brotó de un libro, una canción o una película. Por eso me gustaría seguir recurriendo a la actividad artística para crear nuevas fuentes de inspiración.
UNESCO press
FOTO: © UNESCO/Ania Freindorf - La actriz y cantante estadounidense Monique Coleman en la UNESCO