Caminito, el ícono del barrio de la Boca, en Buenos Aires

Caminito, el ícono del barrio de la Boca, en Buenos Aires

Vía de ferrocarril en desuso, convertida en calle y museo al aire libre, por iniciativa del pintor Benito Quinquela Martín.

 

Argentina está organizada de modo republicano representativo y federal, compuesta por veintitrés  provincias y una ciudad autónoma, Buenos Aires, capital y sede del gobierno federal. Urbe situada en la región centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena llanura pampeana, aglutina a tres millones de personas viviendo en la ciudad y otros once millones en sus alrededores y compuesta por más de cien barrios.

 

 

El Sur bonaerense lo componen los barrios de San Telmo y La Boca. El primero lugar de residencia de los oficiales y demás personal de la colonia española, desde el desembarco de Pedro de Mendoza en la zona en 1536 hasta mediados del siglo XIX. El segundo, más al Sur,  es el barrio más popular y más pintoresco de la ciudad, debido a su historia, sus costumbres y al colorido de sus construcciones. Su nombre se debe a su localización en la desembocadura del Riachuelo en el Río de la Plata. 

 

 

 

 

Ubicado al lado del antiguo puerto de Santa María de Buenos Aires, fue el que acogió a los inmigrantes que llegaban en inmensos buques -en su gran mayoría italianos-  aquellos que le dieron el color que aún hoy conserva, su alegría y su gastronomía, y que comenzó a languidecer cuando el grueso del tráfico portuario se desplazó a los puertos Nuevo y Madero.

 

 

Cada esquina refleja la notable influencia de la inmigración europea, principalmente de italianos genoveses, que se asentaron en el barrio, durante la ola migratoria del periodo de 1860 a 1930. La falta de construcciones para acoger la masiva inmigración, motivo que estos tuvieran que construir lo que se denominó “conventillos”, casas humildes que compartían varias familias, hechas de madera y chapa acanalada, al mejor estilo de arquitectura espontánea. Los colores nacieron cuando comenzó a traficarse con barnices marinos sobrantes,  había que pintar y daba lo mismo el color, siendo habitual que paredes, puertas y ventanas presentaran distintas combinaciones de colores. Esta peculiaridad marcó la fisonomía del barrio.

 

 

Con los años es el efecto gustó y el pintor boquense Benito Quinquela Martín (1890-1977), uno de los más populares del país, animó a la población para que siguiera con la costumbre. Quinquela, abandonado al nacer, fue adoptado por una familia italiana del barrio que tenía una carbonería, nunca abandono el barrio, luchando siempre por su dignidad y realizando importantes donaciones para sus infraestructuras. En homenaje al pintor, la casa donde residió en la calle avenida Pedro Mendoza, se rehabilito como "Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín" que cuenta con una importante colección de arte.

 

 

 

 

En 1950 encabezó a un grupo de vecinos que decidieron recuperar un viejo ramal del ferrocarril Buenos Aires que llevaba al puerto de Ensenada, que había dejado de funcionar en 1920, de apenas 130 metros de longitud, y que se había convertido en un callejón abandonado. Iniciativa recogida por el gobierno municipal bonaerense, que la reconvirtió en una calle museo. En una entrevista, decía: “Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y zinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito (... ) Y el viejo potrero, fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción y en ella se instaló un verdadero Museo de Arte, en el que se pueden admirar las obras de afamados artistas, donadas por sus autores generosamente”.

 

 

 

La calle, de forma curva al seguir el curso de la vía,  toma el nombre del Tango compuesto por el amigo de Quinquela, Juan de Dios Filiberto –quién asistió a su inauguración- en 1926 y la letra, una melancólica reflexión sobre el paso del tiempo, por el poeta Gabino Coria Peñaloza, que se inspiró en un sendero de la localidad de Olta, en la provincia de la Rioja.

 

 

 

Ubicada al oeste de la emblemática Vuelta de Rocha, está considerada como el primer museo peatonal al aire libre del mundo. La calle es una de las imágenes más famosas no sólo de la ciudad sino del país, una auténtica postal, considerada por muchos como la quinta esencia bonaerense.

 

 

Sus casas con paredes y tejados de cinc pintadas de vivos colores, son su auténtico reclamo. Predominan el azul y el amarillo, los colores del equipo del fútbol del barrio, el Boca Juniors. En ella se encuentran réplicas de los antiguos conventillos, en cuyos balcones se pueden ver representaciones de personajes de la historia argentina -como Gardel, Maradona o Evita- y ropa tendida como cuando eran habitadas.

 

 

 

Muchos de ellos fueron convertidos en pequeños museos, donde se puede observar cómo vivían los primeros habitantes de la zona. Ícono del barrio, allí se encuentra su espíritu. Se mantiene el empedrado de la calla, sus casas de colores brillantes y originales obras de arte, componen un conjunto que forma un espectáculo poco común, que no se ve en ningún otro lugar del mundo.

 

 

En ella está recogida la tradición de los inmigrantes, dónde se respira el tango, con cantantes y bailarines que bailan sobre el empedrado y que conviven con artistas callejeros que pintan murales y cerámicas en el peculiar, pintoresco  y autóctona arte porteño del fileteado, de formas estilizadas y colores intensos, en un entorno de mercado artesanal donde se venden todo tipo de artesanías con imágenes de La Boca.

 

 

 

La infraestructura turística se completa con restaurantes de cocinas  tradicionales italianos y españoles, que  cuentan con espectáculos de tango en vivo, dónde  bailarines y músicos muestran su talento. Aunque habitualmente aparece abarrotada de vendedores y camareros en busca de clientes para los restaurantes, no merman su encanto, siendo un lugar preferencial a marcar para aquellos que visiten Buenos Aires.

 

 

El barrio deja mucho que desear, un paseo por las calles interiores muestra que, antes como ahora, quienes viven en La Boca son los más desfavorecidos, con una habitabilidad que deja mucho que desear, y con el sucio Riachuelo desprendiendo olores desagradables, en un marco pretérito industrial deteriorado, pero Caminito tiene un encanto único, aunque personalmente creo que algo artificial, que bien merece una visita.

 

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