Cambio de hora

Esta próxima madrugada, para adaptarnos al horario veraniego, cambia la hora en España: a las dos serán las tres. Los españoles dormiremos una hora menos, ¿y qué? Hoy hace quince días que, los que tenemos hogares, estamos recluidos en nuestras casas; y después de estos quince días, seis mil ciudadanos en nuestro país ni cambiarán la hora ni volverán junto a los suyos: el coronavirus se los llevó por delante.
Las personas de mi generación, los nacidos allá por la mitad del siglo pasado y que, por suerte, fuimos testigos de tantos cambios sociales, casi sin confrontaciones bélicas entre los estados de nuestro continente –salvo la lacra de los Balcanes y Ucrania-, no hemos vivido una situación semejante a la actual. Una situación que, aparte de llevarse miles de vidas, rompió el “status quo” de la sociedad no solo a nivel particular, familiar, provincial o nacional, sino también a nivel global. Las personas de mi generación, en definitiva, por desconocida, contemplamos con mucha preocupación esta pandemia virológica que tanto dolor está causando.
Acostumbrados como estábamos a vivir y a relacionarnos en las calles, estos quince días de confinamiento que llevamos se van haciendo eternos. Pero hay que seguir y afrontar con entereza los otros próximos quince días que nos piden nuestras autoridades. Nadie tiene aún la solución contra esta pandemia; pero en base a la experiencia de otros que la sufren todo indica que el aislamiento domiciliario es un paso fundamental y necesario para evitar el contagio masivo y así poder liberar espacio en nuestros ya abarrotados hospitales.
La solidaridad en estos momentos de incertidumbre tiene que ser el primer mandamiento individual. Pero, refiriéndome a escala global, la solidaridad debería de ser, también, el primer mandamiento de un mundo ya no solo interconectado a nivel tecnológico, como comprobamos ahora también a nivel virológico.
Pedir solidaridad a quienes gobiernan el mundo, a los dirigentes de los países más ricos, a las grandes corporaciones transnacionales, ya sé que es como predicar en el desierto. Pero si no hay una corresponsabilidad global las pandemias, sean de carácter sanitario o no, seguirán brotando.



Dejar un comentario

captcha