Sus papás hacen magia

Primer día del nuevo curso escolar. En el patio de recreo, la mayoría de los alumnos juega, alborota. Algunos niños solitarios, con expresiones hurañas, huyen de los demás. No falta alguno que llora en silencio la tristeza que le produce haber sido arrancado del dulce hogar para ser introducido en esta multitud de desconocidos gritones y bulliciosos.

        Dos chiquillos se demuestran simpatía desde el primer momento. Poseen sonrisas contagiosas y miradas abiertas, amistosas. Sentados el uno al lado del otro han comenzado a conversar.

      —Mi mamá es muy cariñosa. Todas las mañanas me despierta con un beso.

      —Mi mamá es también muy cariñosa. Y algunas mañanas, cuando está de buen humor, además de darme un beso me revuelve el pelo. Es muy tierna.

      —Ja, ja. Mi mamá también es muy tierna y me revuelve el cabello. ¿Tienes papá?

      —Sí, tengo papa. ¿Y tú?

      —Tengo papá. Mi papá es muy listo. Es capaz de sacar un conejo de su chistera.

      —Mi papá no sabe sacar nada de una chistera, pero de un pedacito de plástico, hace poco, sacó un coche nuevo.

      —¡Jope, qué tío! —muy asombrado su interlocutor—. Mi papá es mago.

      —El mío hace magia: es consejero de un banco —muy satisfecho y nada admirado con los méritos del papá de su nuevo amiguito.



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