¿Qué está ocurriendo en el Vaticano (oltretevere)?

Jesús le replicó:

-Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?

Del Evangelio de San Juan

 

 

No es preciso rebuscar o hurgar; muy al principio del Anuario Pontificio, libro oficial de la Ciudad del Vaticano y de roja cobertura, se enumeran los “títulos” papales: Vicario de Jesucristo, sucesor del Príncipe de los Apóstoles, soberano pontífice de la Iglesia universal, patriarca de Occidente, primado de Italia, arzobispo y metropolita de la Provincia romana, soberano del Estado de la ciudad del Vaticano. Unos títulos me agradan más que otros; por ejemplo nada me gusta lo de “soberano pontífice”, que es más título exclusivo del Derecho romano, el pagano e imperial, que del cristianismo (puestos a copiar, alguno se pasó en lo mimético). He ahí, muy resumida, una parte muy importante de la la complexio oppositorum, característica de la Iglesia católica que escribiera el católico Carl Scmitt en 1923. En 2011, eso mismo, lo acaba de escribir el reconocido constitucionalista italiano Gustavo Zagrebelsky.

 

En el libro La felicità della democrazia (editado en 2011 por Laterza), escrito en forma de diálogo por el periodista Ezio Mauro y Zagrebelsky, éste, en la página 124, escribe: “ Una religión como la de Jesús de Nazareth, que es una religión de la libertad, me parece macroscópicamente en contraste con la Iglesia católica romana como institución de poder”; y en la página 130 continúa el constitucionalista italiano:”la Iglesia como organización de poder busca su conveniencia, no así toda la comunidad cristiana que, más que en el poder, está empeñada en el trabajo de la caridad cristiana y en la evangelización de las conciencias”. Poder, cuya suprema ley es el mandar o/y gobernar -que es muy grande aunque se materialice en el muy pequeño, casi liliputiense, Estado de la ciudad del Vaticano- y Religión, cuya suprema ley es la cura animorum de los fieles. Poder político de un lado y vocación espiritual de otro.

La pregunta surge inevitable, aunque es vieja de siglos: ¿son ambos, Poder y Religión, compatibles? ¿Es la lógica de armonización de ambas la del doble juego? Ya mencionamos en anteriores artículos, cómo el Poder en la Iglesia, concretado en una estructura jurídica copiada del Bajo Imperio romano, fue determinante (con la ayuda del Espíritu Santo, naturalmente) para la sobrevivencia durante siglos de la misma Iglesia. Muy lejos nos llevaría analizar los porqués de que ni en el judaísmo ni el Islán precisan para seguir “ahí” de un Vaticano o asimilado, incluso valientemente, sin clérigos, excepción hecha de los musulmanes chiítas).

 

Es normal que la simbiosis de Poder y Religión, tan presente en el catolicismo romano, cause tantos problemas, antes y “muy” ahora. Es normal que lo santo de la Religión esté en continuo combate con lo diabólico del Poder. Es normal que Satanás esté al acecho tentando (“tentazioni diaboliche”) sin parar y con zumbidos (ruidos sordos) de mosca grande. Esto, lo de la lógica de Dios y la de Satanás (del Poder), no sólo lo escribe un laico, éste mismo, al que, por ser sólo eso (laico), los fariseos del “templo” o del cortijo, lo quieren callado, sin entrometimientos meticones. Es que ¡Oh sorpresa! el mismo Papa, mi bendito Benedicto, no deja de predicarlo desde que a finales de 2008, por “lógicas de Poder” –entendido “poder” en sentido amplio, que incluye dineros-, quisieron reenviarlo a la “Casa del Padre”.

 

 Los testimonios de declaraciones y escritos papales denunciando el “carrerismo” y la diabólica “lógica del Poder” en la Iglesia son muchos. Palabras innumerables, que “suenan” a manera de constantes advertencias y a súplicas para que la caja de los truenos ni se abra ni se rompa. Citemos sólo algunos testimonios con datos muy precisos para facilitar su consulta, y que aquí se dan por reproducidos. Entre otros: Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre (10 de marzo de 2009); Disertación sobre Santo Domingo de Guzmán en la Audiencia general (3 de febrero de 2010); Alocución en el Angelus (21 de febrero de 2010; Discurso a los nuevos Embajadores(11) ante la Santa Sede con ocasión de la presentación colectiva de las Cartas Credenciales (15 de diciembre de 2011); Alocución en el Angelus (29 de enero de 2012; y Discurso con ocasión del Consistorio ordinario público para la creación de nuevos cardenales (18 de febrero de 2012). Muy interesante sería un trabajo de tesis sobre lo siguiente: “El poder y su lógica en el pensamiento teológico y político de J. Ratzinger”.

 

Un Poder, el eclesiástico, que, como otros y por su lógica, usa del secreto. Con el espantajo al fondo de Maquiavelo y de la “razón de Estado” (alguno, eclesiástico y S.J., hace siglos prefirió llamar la “razón de establo”), el secreto es necesario; a efectos de claridad, señalo el parentesco etimológico entre secretum y excrementum (a los que deseen profundizar en esto pueden consultar el libro Evolución etimológica y semántica de la palabra “secreto” de Arnaud Levy (1976). Todo viene del latín secerno y cerno y acabando en orificio. Eso de que en el mismo sitio en el que hay secreto haya también  excremento, es rico en conclusiones. Y aquí surge una novedosa complexio oppositorum que no se pudo imaginar Carl Schmitt en 1923: Resulta por una parte que el Papa necesita del Poder y de su lógica, entre otros del secreto, tal como lo está probando la escandalera del “Vaticanleaks” (las cosas terribles que puedan pasar cuando se sabe lo que no debería saberse), pero, por otra parte, al mismo tiempo y en estos tiempos, el Papa y su Curia se exponen, se muestran, se enseñan con presencia continua en la televisión, que es mucho más que indiscreta: es un espejo y una lupa de muchos aumentos. Para ver ya no hace falta estar allí, sólo tener paciencia a la espera de recibir los vídeos, los muchos vídeos.

 

 Por esa lupa, acoplando accesorios de precisión, se pueden ver cosas muy humanas y no anecdóticas, aunque pudieran parecerlo: la evolución de manchas sospechosas en los rostros del blanco papal y de los colorados cardenalicios; se pueden ver los mejunjes o pringues que un purpurado --príncipe y principal, primero ocupado con los “Textos” y ahora preocupado con los pretextos --debe emplear para teñir sus canas; también las suelas de los zapatos gastadas por tanto deambular por los escondites del Palacio Apostólico; incluso se ve el aburrimiento de algunos con entretenimientos varios, uno de ellos meter los dedos en la nariz (esto es especialmente visible en audiencias y recepciones). Las “cosas” van a una velocidad vertiginosa: del tiempo del Beato Juan XIII, que, por salir unos metros un par de veces del Vaticano, las pérfidas lenguas de los purpurados romano-curiales le motejaron de Johnny Walker, pasamos al tiempo del Beato Juan Pablo II, al que el sociólogo y pensador Jean Baudrillard, llamó “el Papa de Disneylandia (Diario El País, jueves de 17 de septiembre de 1987, página 30). Me apresuro a declarar que las maledicencias, lo de Johnny Walker y lo de Disneylandia, no las debo compartir, pues soy creyente, a diferencia de aquéllos y de Baudrillard.

 

Tan inadecuado e injusto es escribir que en la jerarquía de la Iglesia Católica, institución divina y humana, todo es Poder, como escribir que todo es Amor; muchos se dedican a lo primero y muchos más, personas ejemplares, a lo segundo. La cuestión está en eso, desde el principio de la Filosofía, conocido como la armonía de los opuestos. Razón tuvo Carl Schmitt al escribir en su Catolicismo romano y forma política (1923), como ejemplo de complexio oppositorum (en la Iglesia), con cita de Dupanloup, que el último pastor de los Abruzos puede llegar a ser papa, lo cual nos introduce en el complicado asunto del Cursus honorum de los célibes clérigos católicos, unos con apoyo de cordate y otros sin cordate.

 

 El afán de Poder o Satanás vuelve a luchar con el afán pastoral o de Dios, y desde muy pronto, desde encabezar una mitra auxiliar o auxiliar mitra (obispo), hasta más tarde, con ocasión de la electio per scrutinium en el Cónclave para elegir papa. Jamás, jamás esto se reconocerá en público, aunque en privado es de público conocimiento y patente, y es que al Poder no le basta el secreto, también necesita de la hipocresía.

 

                                             

 

NOTA: El pasado domingo 22 de julio, vista primero y revista después la celebración eucarística en la Catedral de la Almudena, presidida por monseñor Rouco, Su Eminencia Reverendísima, acaso por considerarse “sobrado” en el arte homilético o ciencia de la predicación, dijo lo siguiente: “…Se retiraba (Jesús) para orar con los suyos para volver después a hacer el papel de una forma entregada y exhaustiva, y agotador de ser Pastor…” (la trascripción es literal, revisto y reoído el video de la ceremonia). Me dejó perplejo lo de “hacer el papel”. ¡Cuánto lo siento!

 

 

 

 

 



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