Eliminar la ganadería industrial ayudaría a frenar el cambio climático y a alimentar a millones de personas

Eliminar la ganadería industrial ayudaría a frenar el cambio climático y a alimentar a millones de personas

La ganadería es responsable del 14,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, tanto como todo el transporte mundial junto

Cuatro mil millones más de personas se podrían alimentar si la superficie actualmente destinada a producir alimentos para animales y biocombustibles se destinase a producir alimentos directos

Las ciudades firmantes del Pacto de Milán como Valencia, Madrid, Zaragoza y Barcelona deberían ser pioneras en la reducción del consumo de carne

España es el segundo país de Europa donde más carne por persona se consume

 

Madrid, 15 de octubre de 2018.- Ante la celebración mañana del Día Mundial de la Alimentación, Greenpeace pone de manifiesto la urgencia de reducir la producción y el consumo de carne y otros derivados animales provenientes de la ganadería industrial debido a su gran contribución al cambio climático y al desproporcionado uso de tierras agrícolas para producción de piensos. En este sentido, las ciudades, responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero y las mayores compradoras de grandes cantidades de alimentos, tienen una enorme responsabilidad en el futuro del planeta y la salud global de la ciudadanía.

El cambio climático es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad y la principal amenaza a la vida tal como la conocemos. Precisamente, la semana pasada, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advertía de la urgencia de poner en marcha medidas drásticas para frenar los peores efectos del cambio climático, limitando el calentamiento global a 1,5º. La ganadería es una pieza fundamental para lograr frenar el calentamiento del planeta, ya que a nivel global es responsable del 14,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, tantas como todo el sector del transporte junto. Sin embargo, es la pieza casi siempre olvidada.

Por otro lado, una de las mayores lacras de la humanidad es el hambre, que ha repuntado en los últimos años alcanzando ya la arrolladora cifra de 821 millones de personas. Pese a estas cifras, vemos como la ganadería no para de crecer, en particular la industrial, necesitando ya el 26% de la superficie terrestre para mantenerse. Los científicos calculan que, con esa superficie destinada a producir piensos para animales y biocombustibles, se podrían producir alimentos de consumo humano directo para otros cuatro mil millones de personas, muchos más de los nueve mil millones estimados para 2050. Otro dato que muestra la dimensión del problema, es el hecho de que el 60% del total de mamíferos en el planeta es ya ganado, el 36% seres humanos y sólo el 4% son mamíferos salvajes.

“El consumo desmesurado de alimentos de origen animal provenientes de la ganadería industrial es una de las causas profundas que alimenta el cambio climático y el hambre en el mundo” ha afirmado Luís Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España. “Las personas responsables de las políticas alimentarias no deben perder una oportunidad única para lograr la reducción del consumo de carne y otros derivados animales”.

23 ciudades españolas, entre ellas Barcelona, Madrid, Valencia y Zaragoza, han firmado el Pacto de política alimentaria urbana de Milán y están desarrollando sus estrategias alimentarias y planes de acción para una alimentación sana y sostenible. Ante las advertencias actuales, respecto a la urgencia de actuar para frenar el cambio climático, y la obligación moral de actuar para lograr el hambre cero (segundo de los 17 objetivos de la Agenda 2030), es fundamental contemplar la reducción de carne y otros derivados animales provenientes de la ganadería industrial en sus políticas, puesto que se trata de una medida altamente eficaz y de fácil aplicación para lograr una alimentación sostenible. El décimo de los 44 indicadores propuesto por el Pacto de Milán para medir el progreso hacia una alimentación sostenible es sobre el consumo medio de carne en las ciudades. Cuanto menos carne y mejor sea, proveniente de cadenas de valor de calidad y sostenibles, más sana y sostenible será la alimentación de las personas.

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