La mirada de un fotógrafo llanisco: Baltasar Cue Fernández (1856-1918)

La mirada de un fotógrafo llanisco: Baltasar Cue Fernández (1856-1918)

Entre los contenidos de la exposición conmemorativa La mirada de un fotógrafo llanisco. Centenario de la muerte de Baltasar Cue Fernández (1856-1918), abierta en la primera planta de la Casa Municipal de Cultura de Llanes, juegan un papel esencial seis obras escultóricas en madera del artista José Antonio García Prieto, Llonguera, uno de los grandes escultores asturianos contemporáneos: se trata de cuatro figuras inspiradas en otros tantos personajes populares retratados en su estudio por Baltasar Cue entre 1891 y 1894 (Don Adolfito, el gaitero Torna, Guxanín y Tomai el Colilla), a los que acompaña una espectacular figura, a tamaño natural, de Baltasar Cue y una detallada reproducción de una cámara fotográfica de finales del siglo XIX.  

El escultor José Antonio García Prieto, Llonguera (Mieres, 1950), de larga y fecunda trayectoria, dio forma en madera policromada a los personajes imaginarios de la mitología asturiana y recreó magistralmente los tipos populares de Baltasar Cue. Su obra continúa, de este modo, de una línea temática iniciada por escultores asturianos de referencia permanente, como Sebastián Miranda.  

Los trabajos de Llonguera pueden encuadrarse en siete apartados temáticos: obra pública y urbana; colección monográfica de la mitología asturiana; obras de denuncia social; obra costumbrista; personajes célebres; obra abstracta; y galardones y estatuillas corporativas.   Algunas de sus más destacadas obras instaladas en espacios urbanos son El vendedor de pescado (Plaza de Trascorrales, Oviedo), Juanín, El Almirante (Oviedo), Pepa la Lechera (Oviedo) y Fusión (una escultura de líneas abstractas, situada en Mieres, frente a la Estación de Autobuses y muy próxima al campus universitario).  

De Llonguera ha dicho la crítica que es un “auténtico artista capaz de resucitar identidades casi olvidadas”, que sabe adaptar su obra “a cualquier escenario, sea un espacio urbano, una sala de exposiciones e incluso la soledad del bosque, sin que le asuste el reto de retratar a un personaje concreto, imaginar la apariencia de un ser mitológico o dar forma estable a un pensamiento”.  

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