La escuela de los dioses

La escuela de los dioses

Estando sentados el maestro griego Aeneas y sus tres pupilos a la sombra de un olivo pasó un escarabajo junto a la sandalia del joven Adelphos. Éste, dándose cuenta, lo cercó entre cuatro piedras.  El escarabajo comenzó a moverse rápido alarmado por el peligro e intentó trepar en vano, pues Adelphos, una y otra vez, lo empujaba con la punta de una bara de nuevo para dentro. En un momento de pausa el escarabajo se quedó inmóvil e inesperadamente comenzó a volar desapareciendo entre el sembrado.

 

El pupilo, sorprendido, le preguntó a su maestro: - ¿Tienen espíritu los bichos?

 

El viejo Aeneas le respondió con otra pregunta: - Hijo, primero dime qué es el espíritu y yo te diré si se encuentra en los escarabajos.

 

-  El espíritu es la parte divina de nuestro ser, la que nos han regalado los dioses diferenciándonos de los animales, maestro – Dijo de carrerilla, satisfecho.

 

Aeneas bajó la cabeza serio mientras destruía el corralito hecho de piedras: - Qué dioses tan estúpidos los que hacen creer a un escarabajo que es un ser humano y mirar por encima del hombro a sus congéneres – dijo con ironía afilada – El bicho escapó porque tenía un motivo, salvar su vida ¿qué motivo tenías tú para hacerle sufrir?

 

Adelphos, avergonzado, no respondió.

 

-  Odell, ¿qué motivos puede tener un escarabajo para volar? – Preguntó el maestro a su pupilo mayor.

 

-  Preservar su vida, buscar comida y defender a sus crías, como todos los animales – Respondió orgulloso.

 

-  Cierto, mi buen Odell – Sonrió Aeneas- Son los tres grandes motivos por los que la mente de los bichos empuja a sus cuerpos a logros superlativos.

 

-  Nunca había visto a un escarabajo volar – Intervino Sofronio, el pupilo más joven.

 

-  Seguro que tuvo un motivo importante – Respondió el maestro – Si tuvieras un motivo importante, el mayor de los motivo, tú también volarías.

 

-  No lo creo, maestro – Sofronio lo miraba incrédulo – es imposible.

 

-  Yo te digo, hijo, que lo que te pasa es que no tienes un motivo  poderoso.

 

Aeneas se levantó y con su bastón dibujó en la tierra seca tres círculos:

 

En el primero trazó una C: -Esto es el Cuerpo, nos sirve para percibir el mundo, es similar al de los animales.

 

En el siguiente círculo trazó una M: - Esta en la Mente, la psique, nos sirve para gobernar el cuerpo de manera que controlemos sus impulsos basándonos en un criterio de prioridad: bien supervivencia (de uno mismo) o bien de preservación (de mi hijos), y no necesariamente en este orden. Estos dos motivos aparecen tanto en animales como seres humanos.

 

En el último trazó una E: -Este es el Espíritu – Y señalando con el dedo a cada uno de sus pupilos dijo: - Al Espíritu no acceden todas las personas, muchas viven al nivel de los escarabajos.

 

-  Sofronio, si tus compañeros cayeran a un pozo ¿qué obligaría a tu mente a obligar a tu cuerpo a sufrir dolor en el descenso a una probable muerte?

 

-  El amor a ellos, maestro – Respondió el niño.

 

-  Cierto – Dijo satisfecho mientras se dirigía al más escéptico de sus pupilos.

 

-  Mi buen Adelphos ¿qué motivo fue aquél en que obligaste a tu mente a obligar a tu cuerpo a bordear la muerte en las carreras de Olimpia? – Preguntó el maestro al atleta.

 

-  Los laureles, maestro – Respondió mirándole con ojos brillantes – La ambición.

 

-  Exacto – Sentenció.

 

-  Entonces, maestro ¿es el espíritu no más que un par de motivos más?- Preguntó Sofronio asustado.

 

-  No más que un par, hijo – Aenas dio media vuelta y siguió hablando de espaldas – el espíritu es lo que tuvieron nuestros ancestros al construir la Acrópolis y perdurar su sabiduría en la Academia y nosotros hacerla más grande: Amor y Ambición.

 

-  La dos virtudes de los dioses – Concluyó Sofronio sabedor de que nunca antes había estado tan cerca del Olimpo.

 

Mientras el maestro se alejaba giró cuello un momento y, señalando con su bastón otro escarabajo dijo: - Cuando este insecto descubra el amor e inunde sus sesos de ambición de ser más grande se habrá ganado un lugar entre vosotros y lo trataré como a un igual; mientras tanto procurad ser algo más que bichos bien peinados.


 

Respóndeme a estas preguntas: ¿Cuál es tu motivo para salir adelante? ¿Son los mismos que los escarabajos o los mismos que los dioses?

 

José Ángel Caperán

 

Psicólogo y coach en Gijón

 

jacaperan@gmail.com

Twitter @Jcaperan

3 comentarios

  • # sofi Responder

    29/10/2012 10:56

    Sin duda, mi motivo es el amor. A mi familia, mis amigos, la naturaleza, al deporte, a la danza, a mi profesión y otras cosas... Sin amor a nada mi vida carecería de sentido. Parece que cuanto más amas mejor te va; quizá xq hay apuestas que nunca fallan.

  • # Tote Responder

    01/11/2012 19:42

    Aunque a veces todos somos un poco instintivos, supongo que en el fondo todos salimos adelante por amor. El asunto es ¿Amor a Qué? A menudo vemos que algunos sólo aman la destrucción, de cosas o lo que es peor, de personas. Es lo que les satisface.

  • # Heidi Metal Responder

    13/11/2012 10:58

    Me parece interesante lo q plantea Tote.Dejando a parte mis dudas sobre si llamamos amor a una mezcla de deseo y miedo a la soledad,q es destrucción? No hay, quizá, personas "pasivas-agresivas", que te destruyen indolentemente? y quien calla, no otorga?

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