Megaminería: un factor de riesgo para el cambio climático

Megaminería: un factor de riesgo para el cambio climático

Hasta el próximo día 11 de diciembre, la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático (COP 21) pretende asegurar en la capital francesa un compromiso internacional vinculante para limitar el aumento de la temperatura global en menos de dos grados a partir de 2020.

 

Tras el fracaso del Protocolo de Kyoto y su recorte propuesto de las emisiones de CO2 de un 15% con respecto a 1990 para los países industrializados y que se ha demostrado claramente ineficaz, París intenta ser la cita definitiva que permita el acuerdo definitivo ante la amenaza que supone para el medio ambiente y la biodiversidad del planeta el aumento de temperatura.

 

Porque la cumbre de París supone una ocasión decisiva para establecer medidas que ayuden a paliar el problema y mitigar los efectos futuros sobre la humanidad. En fechas recientes, el actual Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, se pronunciaba en este sentido, afirmando que la COP21 "debe proporcionar una visión al largo plazo y enviar una clara señal a los mercados de que la transformación de la economía mundial hacia un modelo de bajas emisiones es inevitable".

 

En este contexto, la creciente actividad minera a gran escala y a cielo abierto parece un contrasentido. De hecho, la megaminería es uno de los mayores factores de generación de gases de efecto invernadero y acrecienta el problema del cambio climático. En un mundo en el que determinados minerales ya escasean, con leyes medias ínfimas como en el caso del oro y otros metales -que en ocasiones están por debajo del gramo por tonelada de roca procesada-, ¿desde qué perspectiva se puede hablar de sostenibilidad ambiental de la industria extractiva?

 

Muchos parecen olvidar que tan sólo un camión de los utilizados en tareas megamineras puede llegar a superar el consumo de 6.000 litros de combustible por día de trabajo. El modelo BelAZ 75710, la mayor unidad de estas características fabricada a nivel industrial, supera ampliamente los 400 litros/hora. ¿De qué cantidades de combustible y de qué tasas de emisiones hablamos entonces si apoximamos las cifras de una flota trabajando la jornada completa?

 

En la actual situación, la Gran Minería parece, además, no tomarse en serio los daños que se adivinan para el futuro, como en todo lo referente a la cantidad y disponibilidad del agua dulce en el mundo, en retroceso por los cambios del clima a nivel regional y global. La técnica de la hidrometalurgia, de hecho, es la mayor amenaza para los recursos hídricos, por los inmensos volúmenes de agua empleados a diario.

 

Mitigar los efectos del cambio climático ha llegado a cuantificarse en cifras astronómicas, que podrían llegar a alcanzar los 175.000 millones de dólares anuales según el Banco Mundial. ¿Tendrá que ser la ciudadanía, una vez más, la que cargue con el precio de las consecuencias mientras las grandes transnacionales del sector minero engordan año tras año sus cuentas de resultados?