Zafra, la Sevilla Chica extremeña

Zafra, la Sevilla Chica extremeña

Zafra en las estribaciones de la sierra del Castellar, fue fundada según la leyenda por los celtas en el siglo VII a.C. con el nombre de Segela. Destruida por los romanos, se repobló en la época de Augusto con el nombre de Restituta Iulia Imperial. Los árabes, que hicieron de ella un importante centro comercial, rebautizandola con el nombre de Safar, que significa “mes de junio” con referencia a las famosas ferias que allí se celebran en ese mes, de donde deriva el actual Zafra, a través de Safra y Capra.

En la línea fronteriza que dividía los reinos de taifas de Sevilla y Badajoz se construyó, en 1030, un castillo en la sierra del Castelar, citado por el geógrafo hispano-musulmán al-Bakrí con el nombre de Sajra Abi Hassán. Conquistada por las tropas cristianas de Fernando III, en 1241, Zafra pasó al reino de León. En 1394 fue donada a Gómez Suárez de Figueroa, hijo del Gran Maestre de la Orden de Santiago, que decidieron convertirla en el centro de todos sus dominios, el Señorío de Feria. Este Señorío alcanzaría el Condado en 1460 otorgado por Enrique IV y su mayor apogeo en 1567, con la concesión del ducado por Felipe II.

Desde la época medieval, principalmente desde el siglo XIV, se celebraban las ferias de Disentos, San Miguel y San Juan, como centro de contratación para los labradores y ganaderos del sur de la Península. Estas ferias, con amplios privilegios concedidos por los Reyes Católicos, Juana la Loca y Felipe V, este último en 1709 las confirmo a perpetuidad y han subsistido hasta nuestros días, en especial la de San Miguel.

En 1882 el rey Alfonso XIII concedió a Zafra el título de ciudad, con el lema “Muy noble y muy ilustre Ciudad de Zafra” y desde 1965 tiene rango de conjunto histórico-artístico de interés nacional, gracias a la excelente conservación de su casco viejo y la importancia de sus monumentos.

En Zafra conocida en la comarca como la “Sevilla la Chica”, destaca su casco viejo, de trazado medieval y atmósfera recogida como corresponde a las viejas alcazabas árabes. En él se encuentran las plazas Grande y Chica, que conservan un entorno poco adulterado desde su fundación en los siglos XV y XVI, a su alrededor las casas recuerdan la presencia de la nobleza en tiempos pasados.

La plaza Grande, siglo XVI, fue fruto de la reconstrucción de la iglesia de la Candelaria, se ha convertido en el centro de la villa. Antiguamente se usaba como cementerio y en el siglo XV la pujanza del comercio en la villa llevó a construir soportales en los márgenes del cementerio para comodidad de los comerciantes. Amplia y solemne, porticada y señorial tiene mansiones adornadas de balconajes y de escudos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Por el denominado “arquillo del pan”, con un pequeño retablo barroco con la imagen de la Virgen de la Esperanza, del siglo XVII, se entra en la plaza Chica, la más antigua, de los siglos XV y XVIII perfectamente conservada, fue el centro de la vida y el mercado en la villa medieval, fue asiento de antiguos mercados y ventas y su dedicación mercantil hizo que fuera porticada. Para comprobar las medidas de los géneros vendidos se grabó en el fuste de una de sus más antiguas columnas la llamada Vara de Zafra, vara de medir castellana de 83 centímetros, que se utilizaba como comprobante público para la exactitud de las medidas. En la plaza se encuentra una casa en cuya fachada se conserva la decoración original gótico- mudéjar de arcos entrelazados.

 

 

 

 

 

 

 

 


En los alrededores de la plaza se descubren interesantes ventanales de estilo mudéjar, como ocurre con las calles de Jerez y de Badajoz. En uno de los extremos está el antiguo Ayuntamiento, del siglo XVIII, neoclásico, convertido en la actualidad en palacio de Justicia. Cerca se abre la puerta de Jerez, una de las antiguas puertas de la muralla, con su arco del siglo XV, encima de la cual se encuentra la capilla de la Virgen de la Caridad y el camarín del Cristo de la Humildad y la Paciencia, del siglo XVII. La calles está flanqueada por casas enjalbegadas y rincones de gran belleza como la callejita del Clavel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la calle Campo del Rosario se llega a la puerta del Cubo, que daba entrada al camino de fuente del Maestre y Feria, y que debe su nombre al torreón en el que se abre una hornacina y la estatua ecuestre de Lorenzo Suárez. Al otro lado de la puerta, se encuentra una abrazadera que sirvió para mantener en pie los pilares de la Catedral de Sevilla, donada por el Cabildo metropolitano de la Catedral, en reconocimiento a los estrechos vínculos de ambas ciudades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un monumento importante es el alcázar palacio de los duques de Feria, iniciada su construcción en el año 1437 por el segundo duque de Feria, Lorenzo Suárez de Figueroa, fue remodelado en el siglo XVII. El edificio, almenado, presenta planta cuadrada con bella torre del homenaje, decorada con figuras geométricas en los zócalos. Escoltan a la torre ocho cubos, cuatro de ellos con una altura superior a veinte metros. El patio del siglo XVI, de estilo renacentista, obra de Juan de Herrera, se construyó en tiempos del duque Gome. Otras estancias de interés son su capilla, que  cuenta con un artesanado gótico-mudéjar y la sala dorada o despacho de los duques de Feria con artesano de lacería morisca y escudos policromados es una extraordinaria obra de arte. El alcázar acoge en la actualidad el Parador Nacional de Turismo Hernán Cortés, que lleva su nombre por haber sido un protegido de los duques de Feria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Adosada al alcázar se encuentra la puerta del Palacio, del siglo XV, doble y de cuatro arcos de medio punto, por la cual entraban los viajeros de la Puebla de Sancho Pérez y Usagre.

 

 

 

 

 

 

 


Frente al alcázar se abre  la plaza del Corazón de María y la llamada puerta del Acebuche, adosada sobre las galerías para unir el alcázar con el convento de Santa Marina, del siglo XVI, construido por Margarita Harington, prima de la duquesa de Feria, Juan Dormir.  En la misma plaza se encuentra el palacio de Solanda, una hermosa muestra de la arquitectura neomudéjar.

Desde el alcázar, por la calle Sevilla, la más comercial y animada de la ciudad, se llega al monasterio de Nuestra Señora del Valle, convento de Santa Clara, fundado en 1428 por el primer duque y su esposa, como panteón de la casa ducal y como destino de dos de sus hijas que profesaron en él. La capilla mayor de la iglesia guarda la sepultura y las esculturas funerarias de alabastro de Garcilaso de la Vega y su hermano, el primer conde de Feria y su esposa. El convento cuenta con un magnífico museo.

 

 

 

 

 

 

 


Desde la calle Sevilla, por las de Fuente Granado y Santa Catalina se llega al convento de Santa Catalina de Siena. Fundado en 1500 por la religiosa dominica Inés de Santa Paula, y que apenas sufrió cambios durante el siglo XVII y XVIII, y aún mantiene el espíritu de mudejarismo y modestia que se le imprimió cuando fuera levantado. Destaca su portada principal, con baquetón gótico enmarcado en alfiz, con el escudo de las dominicas y una espadaña clasicista. En el interior se conserva un artesanado mudéjar del XVI y un capitel hispano-visigodo que sirve de pila bautismal.

La casa Grande, edificada hacia 1601 como residencia del acaudalado mercader  Hernán López Ramírez. Su marmórea portada principal, lo mismo que el patio central y la escalera principal, muestran composiciones clasicistas inspiradas en la arquitectura italiana. La casa fue residencia y cuartel general de Juan José de Austria durante la Guerra de Secesión Portuguesa. En el siglo XVIII fue habitada por la familia de los Daza Maldonado. Hoy utilizada como comercio, dispone en su interior de un majestuoso patio central, con cincuenta columnas de mármol en dos cuerpos, de estilo dórico el primero y jónico el segundo

Por la calle de Santa Catalina se accede al hospital de Santiago o de Nuestra Señora de la Anunciación,  fundado en 1438 por Lorenzo II Suárez y su esposa, para enfermos pobres de la localidad, hoy se conserva no el original, sino el edificio realizado en la época del segundo duque de Feria. Lo más relevante es su fachada en la que se mezclan elementos mudéjares con otros del gótico final.

En la plaza de Pilar Redondo, a escasa distancia de la puerta del Cubo, está la casa consistorial, del siglo XVI, que hasta 1824 fue convento de la Cruz, de monjas franciscanas tercianas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La iglesia de Santa María de la Candelaria de mediados del XVI, es el edificio religioso más importante de la ciudad, colegiata desde el siglo XVIII a mediados del XIX, es de estilo gótico, construida por encargo del tercer duque. Cuenta  con el suntuoso retablo barroco de la Capilla Mayor, esculturas de Juan de Arce y nueve lienzos de Francisco Zurbarán en el retablo de la capilla de los Remedios pintados en 1644 encargados por el noble Don Alonso de Salas Parra; el retablo de la capilla de la Virgen de Valvanera es churriguesco; cuenta con un importante museo; su pila bautismal es de estilo mudéjar y su órgano es del XVIII.

 

 

 

 

 

 

 

 

Otro edificio emblemático de la ciudad es la casa de Ajimez, del siglo XV, y que en la actualidad acoge el centro de interpretación de la ciudad de Zafra; la puerta de Badajoz, también del siglo XV; el monasterio dominico de Encarnación y Mina. En edificios religiosos también destaca la capilla del Cristo del Pozo, del siglo XVII. Y a  nivel civil es importante la Feria Internacional de Ganado y sus instalaciones permanentes, que acogen una gran variedad de actividades.

Una visita por esta histórica ciudad no dejará indiferente a nadie. Historia, arquitectura civil y religiosa, con una conversación digna de elogio, que bien justifica su nombramiento como conjunto histórico-artístico.

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